Evangelio de hoy – Martes, 2 de julio de 2024 – Mateo 8,23-27 – Biblia Católica

Primera lectura (Amós 3,1-8; 4,11-12)

Lectura de la Profecía de Amós.

Oíd, hijos de Israel, la palabra que Jehová os habló a vosotros y a todas las tribus que saqué de Egipto: “De todas las naciones de la tierra os he reconocido solo a vosotros; por tanto, os castigaré por todas vuestras iniquidades. . Si dos personas caminan juntas, ¿no es porque están de acuerdo? Si el león ruge en la selva, ¿no es porque encontró a su presa? Si el cachorro del león gruñe en la guarida, ¿no es porque agarró a su presa? ¿Acaso el pájaro en el suelo activa la trampa antes de capturar la presa? Si suena la trompeta en la ciudad, ¿no se asusta la población, que no revelará el plan a sus siervos, los profetas? ¿Quién no tendrá miedo? Jehová Dios ha hablado, ¿quién no será su profeta, tizón sacado del fuego, y sin embargo no os habéis vuelto a mí, dice el Señor? “Por tanto, así es como haré contigo, Israel; y como tú sabes cómo haré contigo, prepárate, Israel, para contar con tu Dios”.

– Palabra del Señor.

– Gracias a Dios.

Evangelio (Mateo 8,23-27)

Proclamación del Evangelio de Jesucristo según San Mateo.

— Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús subió a la barca, y sus discípulos lo acompañaban. Y he aquí, hubo en el mar una gran tempestad, de tal manera que las olas cubrían la barca. Jesús, sin embargo, durmió. Los discípulos se acercaron y lo despertaron, diciendo: “Señor, sálvanos, porque estamos pereciendo”. Jesús respondió: “¿Por qué tenéis tanto miedo, débiles en la fe?” Entonces, levantándose, amenazó a los vientos y al mar, y hubo gran calma. Los hombres quedaron atónitos y dijeron: “¿Quién es este hombre, que hasta los vientos y el mar le obedecen?”

— Palabra de Salvación.

— Gloria a ti, Señor.

Reflejando la Palabra de Dios

Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Hoy, al reflexionar sobre las lecturas que se nos presentan, se nos invita a meditar en el mensaje profundo y poderoso que Dios nos transmite a través del profeta Amós y el evangelio de Mateo. Las Escrituras nos llaman a una vida de fe, obediencia y confianza en Dios, especialmente en tiempos de tribulación e incertidumbre. Profundicemos en estos pasajes y descubramos cómo se aplican a nuestra vida diaria.

La primera lectura de hoy proviene del libro del profeta Amós, donde Dios habla con una claridad y severidad impresionantes. “Oíd esta palabra que Jehová ha hablado contra vosotros, oh hijos de Israel, contra toda la familia que saqué de Egipto. De todas las familias de la tierra sólo os he conocido a vosotros; por tanto, os castigaré por todas vuestras iniquidades. “. (Amós 3:1-2). Aquí, Dios nos recuerda que eligió a Israel, no por sus méritos, sino por su gracia y amor. Y con esa elección viene la responsabilidad de vivir según Sus mandamientos.

Podemos imaginar esta relación como la de un padre amoroso que espera que sus hijos sigan el camino del bien. Cuando se descarrían, el padre los corrige con amor, pero también con firmeza, para que aprendan y vuelvan al buen camino. Dios, en Su infinita sabiduría, utiliza al profeta Amós para advertirnos sobre las consecuencias de nuestras acciones. “El león rugió: ¿quién no temerá? El Señor Dios ha hablado: ¿quién no profetizará?” (Amós 3:8). Así como el rugido de un león causa miedo, la palabra de Dios debe causar en nosotros un profundo respeto y la voluntad de obedecer.

Dios, a través de Amós, le recuerda al pueblo de Israel los momentos en los que Él los salvó y protegió, pero también cómo se alejaron de Él, ignorando Sus leyes y viviendo en pecado. “Yo os derribé, como Dios derribó a Sodoma y Gomorra, y fuisteis como un tizón arrancado del fuego; pero no volvisteis a mí – declara el Señor”. (Amós 4:11). Este pasaje nos recuerda que, incluso ante la adversidad, estamos llamados a regresar al Señor, a confiar en su amor y misericordia.

Al centrar nuestra atención en el evangelio de Mateo, encontramos a Jesús y sus discípulos en una barca, cuando de repente surge una gran tormenta. “Mientras navegaban, Jesús dormía. Entonces vinieron los discípulos y lo despertaron, diciendo: ‘¡Señor, sálvanos! ¡Estamos pereciendo!'” (Mateo 8:24-25). Esta escena es rica en simbolismo y habla directamente a nuestros corazones.

Imaginemos nuestras vidas como ese barco, navegando por el mar de la existencia. Las tormentas representan las dificultades, desafíos y momentos de crisis que todos enfrentamos. A veces parece que Jesús está dormido, distante, ajeno a nuestras luchas. Los discípulos aterrorizados claman pidiendo ayuda, y Jesús, al despertar, responde: “¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?” (Mateo 8:26).

Esta pregunta de Jesús resuena hoy hasta nosotros a lo largo de los siglos. ¿Cuántas veces, ante las tormentas de la vida, nos vence el miedo y la duda? Olvidamos que Jesús está con nosotros en el barco, incluso cuando parece que está durmiendo. Él tiene el poder de calmar las tormentas, de traer paz a nuestros corazones. “Entonces se levantó y reprendió a los vientos y al mar, y se hizo una gran calma”. (Mateo 8:26). Este es un poderoso recordatorio de que, con fe, podemos afrontar cualquier adversidad.

Volviendo al profeta Amós, vemos que Dios nos llama a una profunda introspección. “Prepárate, oh Israel, para encontrarte con tu Dios”. (Amós 4:12). Esta preparación no es sólo para un evento futuro, sino que es una invitación diaria a vivir en comunión con Dios, obedeciendo Sus leyes y confiando en Su providencia. La preparación implica arrepentimiento, un cambio de corazón y una vida dedicada a la justicia y la caridad.

Al igual que los discípulos en la barca, estamos llamados a confiar completamente en Jesús. Incluso cuando las olas se levantan y el viento sopla fuerte, no debemos desesperarnos. Jesús está con nosotros y es más poderoso que cualquier tormenta. Nuestra fe no debe flaquear, ni siquiera en las pruebas más difíciles.

¿Cómo podemos aplicar estas lecciones a nuestra vida diaria? Primero, debemos reconocer la presencia constante de Dios en nuestras vidas. Él nos eligió, nos ama y quiere que vivamos con rectitud. Necesitamos escuchar Su llamado, arrepentirnos de nuestros pecados y tratar de vivir según Sus mandamientos.

Segundo, debemos confiar en Jesús en las tormentas de la vida. Cuando surgen desafíos, en lugar de desesperarnos, debemos clamar a Él con fe, sabiendo que Él tiene el poder de traer calma y paz. Nuestra confianza en Jesús debe ser inquebrantable, porque Él es nuestro Salvador y Protector.

Finalmente, estamos llamados a prepararnos diariamente para nuestro encuentro con Dios. Esta preparación implica una vida de oración, arrepentimiento y acciones que reflejen el amor y la justicia de Dios. Debemos ser una luz en el mundo, guiando a otros a la paz y la verdad que encontramos en Cristo.

Mis hermanos y hermanas, que hoy salgamos de aquí con el corazón renovado por la palabra de Dios. Que vivamos con la seguridad de Su presencia y Su amor, confiando en Él a través de todas las tormentas de la vida. Que nos preparemos diariamente para nuestro encuentro con Él, viviendo en fe, obediencia y amor.

Señor, te damos gracias por Tu palabra que nos guía y fortalece. Ayúdanos a vivir según Tus mandamientos, a confiar en Ti en las tormentas de la vida y a prepararnos para nuestro encuentro contigo. Que seamos luz en el mundo, reflejando Tu amor y justicia en todas nuestras acciones. Amén.

Que la gracia de Dios nos acompañe y seamos instrumentos de su paz y amor en el mundo. Recuerde, estamos llamados a ser luz y sal: brillemos y sazonemos el mundo con la bondad, la justicia y el amor de Dios. Amén.