Evangelio de hoy – Lunes 15 de enero de 2024 – Marcos 2,18-22 – Biblia católica

Primera Lectura (1 Samuel 15,16-23)

Lectura del Primer Libro de Samuel.

En aquellos días, Samuel dijo a Saúl: “¡Basta! Déjame decirte lo que el Señor me reveló esta noche”. Saúl dijo: “¡Habla!” Entonces Samuel comenzó: “Aunque te consideres insignificante a tus propios ojos, ¿no eres el líder de las tribus de Israel? El Señor te ungió como rey sobre Israel y te envió en una expedición con la orden de eliminar a los amalecitas, esos malhechores, luchando hasta su exterminio. ¿Por qué no escuchaste la voz del Señor y te lanzaste sobre los despojos, haciendo lo que desagrada al Señor?”

Saúl respondió a Samuel: “¡Pero obedecí al Señor! Realicé la expedición a la que me envió. Traje a Agag, rey de Amalec, aquí, y exterminé a los amalecitas. En cuanto a los despojos, el pueblo retuvo de las ovejas y los bueyes lo mejor que debía ser eliminado para sacrificar al Señor tu Dios en Guilgal”. Pero Samuel replicó: “¿Quiere el Señor holocaustos y sacrificios, o prefiere la obediencia a su palabra? La obediencia vale más que el sacrificio, la docilidad más que ofrecer la grasa de carneros. La rebelión es un verdadero pecado de magia, un crimen de idolatría, una obstinación. Así que, porque has rechazado la palabra del Señor, él te ha rechazado: ya no eres rey”.

– Palabra del Señor.

– Gracias a Dios.

Evangelio (Mc 2,18-22)

— Proclamación del Evangelio de Jesucristo según San Marcos.

— Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, los discípulos de Juan Bautista y los fariseos estaban ayunando. Entonces, vinieron a decirle a Jesús: “¿Por qué los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan?” Jesús les respondió: “¿Acaso los invitados a una boda pueden ayunar mientras el novio está con ellos? Mientras el novio está con ellos, los invitados no pueden ayunar. Pero llegará el tiempo en que el novio les será quitado; entonces, sí ayunarán. Nadie coloca un remiendo de tela nueva en un vestido viejo, porque el remiendo nuevo tira del tejido viejo y el desgarrón se hace aún más grande. Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo romperá los odres viejos, y tanto el vino como los odres se perderán. Por eso, se pone vino nuevo en odres nuevos”.

— Palabra de Salvación.

— Gloria a ti, Señor.

Refletindo a Palavra de Deus

Queridos hermanos,

Hoy, me gustaría comenzar nuestra reflexión con una pregunta: ¿cómo enfrentas los cambios y desafíos que surgen en tu vida? Todos nosotros pasamos por momentos de transición, situaciones que nos llevan a reconsiderar nuestras perspectivas y a adaptarnos a nuevas realidades. En estos momentos, a menudo nos vemos confrontados con la necesidad de dejar atrás lo antiguo y abrazar lo nuevo.

Los pasajes bíblicos que escuchamos hoy nos invitan a reflexionar sobre esta dinámica de cambio y transformación. En la Primera Lectura, encontramos al profeta Samuel confrontando al rey Saúl por su desobediencia a Dios. Samuel recuerda a Saúl cómo Dios lo eligió como rey y lo bendijo con victorias y éxito. Sin embargo, Saúl falló en obedecer completamente las órdenes de Dios, desobedeciendo Su voluntad.

Samuel le dice a Saúl: “¿Le agrada al Señor tanto como los holocaustos y sacrificios la obediencia a su palabra? Obedecer es mejor que sacrificar, y prestar atención es mejor que ofrecer la grasa de carneros” (1 Samuel 15,22). Estas palabras poderosas resuenan en nuestros corazones hoy, invitándonos a reflexionar sobre la importancia de la obediencia y la alineación con la voluntad de Dios en nuestras vidas.

En nuestro Evangelio, Jesús también nos desafía a reconsiderar nuestro enfoque hacia la religión y la espiritualidad. Es cuestionado por los discípulos de Juan Bautista y los fariseos sobre la práctica del ayuno. Jesús responde con una metáfora poderosa: “¿Cómo pueden los invitados del novio ayunar mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio consigo, no pueden ayunar” (Marcos 2,19).

Jesús nos está diciendo que Él es el novio, y mientras Él esté presente, no hay necesidad de ayunar. Está inaugurando una nueva era, trayendo la plenitud de la gracia y el amor de Dios. Es un momento de alegría y celebración. Pero Jesús continúa con su metáfora, diciendo: “Vendrán días cuando les será quitado el novio; entonces, en esos días, ayunarán” (Marcos 2,20).

Jesús nos recuerda que habrá momentos en los que enfrentaremos desafíos, momentos en los que la alegría y la presencia de Dios pueden parecer lejanas. Serán tiempos de ayuno espiritual, de búsqueda y devoción intensificada. Nos invita a estar preparados para esos momentos, a cultivar una espiritualidad que sea flexible y capaz de adaptarse a las diferentes estaciones de nuestras vidas.

Al reflexionar sobre estos pasajes, nos damos cuenta de un tema común: la necesidad de dejar atrás lo antiguo y abrazar lo nuevo. Saúl se enfrentó a la necesidad de obedecer completamente a Dios y abandonar su desobediencia. Los discípulos de Jesús fueron desafiados a reconsiderar sus prácticas religiosas y adaptarse a la nueva realidad traída por Jesús.

Y nosotros, queridos hermanos, ¿en qué áreas de nuestras vidas necesitamos dejar atrás lo antiguo y abrazar lo nuevo? Tal vez sea un hábito perjudicial que nos impide crecer espiritualmente. Tal vez sea una relación tóxica que necesitamos dejar atrás. Tal vez sea una mentalidad limitante que nos impide experimentar la plenitud de la vida en Dios.

Hoy, invito a cada uno de ustedes a reflexionar sobre estas áreas de su vida y buscar la orientación de Dios. Roguemos al Espíritu Santo que nos revele lo que necesitamos dejar atrás y nos capacite para abrazar lo nuevo. Y recordemos que este viaje de transformación no es fácil. Requiere valentía, fe y acción práctica.

Como comunidad de fe, estamos aquí para apoyarnos mutuamente en este viaje. Animémonos unos a otros a dar pasos de fe, a dejar lo viejo y abrazar lo nuevo. Reunámonos para compartir nuestras historias de transformación, desafiándonos e inspirándonos mutuamente.

Para enfatizar este mensaje central, quiero destacar algunas historias de la tradición cristiana que ilustran la importancia de dejar atrás lo antiguo y abrazar lo nuevo. Recuerden la historia de San Pablo, que inicialmente perseguía a los seguidores de Jesús, pero luego experimentó una transformación radical y se convirtió en uno de los más grandes apóstoles. Su historia nos muestra que no importa cuán lejos estemos de Dios, siempre hay espacio para una nueva vida en Cristo.

Otra historia poderosa es la de San Agustín, que vivió una vida de placeres mundanos hasta que su madre, Santa Mónica, intercedió por él y el llamado de Dios lo alcanzó. Agustín abandonó su antiguo modo de vida y se entregó completamente a Dios, convirtiéndose en uno de los teólogos más influyentes en la historia de la Iglesia.

Estas historias nos recuerdan que Dios siempre está listo para recibirnos con los brazos abiertos, independientemente de nuestros errores pasados o de cuánto tiempo hayamos perdido. Él nos invita a dejar lo viejo y abrazar la nueva vida que Él nos ofrece en Cristo.

Pero, ¿cómo podemos aplicar estos principios en nuestra vida diaria? Aquí hay algunas pautas prácticas:

Primero, debemos estar dispuestos a examinar nuestras vidas en oración y pedir a Dios que nos revele áreas en las que necesitamos cambiar. Esto requiere humildad y disposición para escuchar la voz de Dios.

Segundo, busquemos el apoyo de la comunidad de fe. No podemos recorrer este camino solos. Encontremos personas de confianza con las que podamos compartir nuestras luchas y éxitos, que nos puedan animar y responsabilizar.

Tercero, comprometámonos con la práctica espiritual regular. Esto puede incluir la oración diaria, la lectura de la Palabra de Dios, la participación en los sacramentos y el servicio a los demás. Estas prácticas nos ayudan a mantener nuestros corazones y mentes conectados con Dios y a cultivar una espiritualidad vibrante.

Finalmente, recordemos que el viaje de dejar atrás lo antiguo y abrazar lo nuevo es un viaje continuo. No es algo que suceda de la noche a la mañana. Es un proceso de crecimiento y transformación que dura toda la vida. Estemos dispuestos a perseverar, confiando en la gracia de Dios y en la fuerza del Espíritu Santo.

Queridos hermanos, al concluir esta homilía, quiero recordarles la gracia, el amor y la esperanza divinos que están disponibles para cada uno de nosotros. Seamos lo suficientemente valientes para dejar atrás lo antiguo, sabiendo que Dios tiene algo nuevo y maravilloso reservado para nosotros. Que nuestras vidas sean testigos vivos de la transformación que Dios realiza en nosotros.

Oremos juntos:

Querido Dios, gracias por tu fidelidad y amor incondicional hacia nosotros. Pedimos tu orientación y fuerza para dejar atrás lo antiguo y abrazar lo nuevo. Danos valentía para cambiar, humildad para reconocer nuestras debilidades y confianza en tu gracia transformadora. Capacítanos para vivir según tu voluntad cada día de nuestras vidas. En el nombre de Jesús, amén.

Que Dios los bendiga abundantemente y los guíe en su jornada de transformación. ¡Amén!