Evangelio de hoy – Martes 9 de enero de 2024 – Marcos 1,21b -28 – Biblia católica

Primera Lectura (1Sm 1,9-20)

Lectura del Primer Libro de Samuel.

En aquellos días Ana se levantaba después de comer y beber en Siló. Y el sacerdote Elí estaba sentado en su silla a la puerta del templo del Señor. Ana, con el corazón lleno de amargura, oró al Señor derramando copiosas lágrimas. E hizo esta promesa, diciendo: “Señor Todopoderoso, si miras la aflicción de tu sierva y te acuerdas de mí, y si no te olvidas de tu sierva y le das un hijo varón, te lo ofreceré por todos los días de su vida, y ninguna navaja pasará sobre su cabeza”.

Mientras se demoraba en sus oraciones ante el Señor, Elí observaba el movimiento de sus labios. Ana, sin embargo, sólo murmuró; Sus labios se movieron, pero no se oyeron palabras. Elí pensó que estaba borracha; Entonces le dije: “¿Hasta cuándo estarás borracha? ¡Curará esta embriaguez!

Ana, sin embargo, respondió: “¡No es eso, señor! Sólo soy una mujer muy infeliz; No bebí vino ni ninguna otra cosa que pudiera emborracharte, sino que derramé mi alma en presencia del Señor. No juzgues a tu sierva como a una mujer perdida, porque fue por el exceso de mi dolor y de mi aflicción que he hablado hasta ahora”.

Entonces Elí le dijo: Ve en paz, y que el Dios de Israel te conceda lo que le pediste. Ella respondió: “Que tu siervo encuentre gracia ante tus ojos”. Y la mujer se fue, comió y su rostro ya no era el mismo.

A la mañana siguiente, ella y su esposo se levantaron muy temprano y, después de adorar al Señor, regresaron a su casa en Ramá. Elcana se unió a Ana, su esposa, y el Señor se acordó de ella. Ana concibió y, a su debido tiempo, dio a luz un hijo y lo llamó Samuel, porque – dijo – “se lo pedí al Señor”.

– Palabra del Señor.

– Gracias a Dios.

Evangelio (Mc 1,21b-28)

— Proclamación del Evangelio de Jesucristo según San Marcos.

— Gloria a ti, Señor.

Estando Jesús con sus discípulos en Cafarnaúm, un día de reposo, entró Jesús en la sinagoga y comenzó a enseñar. Todos estaban asombrados de su enseñanza, ya que enseñaba como alguien con autoridad, no como maestros de la Ley.

Había entonces en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu maligno. Gritó: ¿Qué quieres de nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres: eres el Santo de Dios. Jesús le ordenó: ¡Cállate y sal de él!

Entonces el espíritu maligno sacudió violentamente al hombre, dio un fuerte grito y se fue. Y todos quedaron muy asombrados y se preguntaban unos a otros: ¿Qué es esto? Una nueva enseñanza dada con autoridad: ¡Él incluso manda a los espíritus malignos, y ellos obedecen! Y la fama de Jesús pronto se extendió por todas partes, por toda la región de Galilea.

— Palabra de Salvación.

— Gloria a ti, Señor.

Refletindo a Palavra de Deus

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

¡Paz y gracia estén con ustedes! Hoy, me gustaría compartir con ustedes un mensaje inspirado en las pasajes bíblicos de la Primera Lectura, tomada del primer libro de Samuel, y del Evangelio según Marcos. Estas historias nos ofrecen valiosas lecciones para enfrentar las adversidades de la vida y encontrar liberación y curación en Jesús.

Imagínense por un momento en un escenario familiar. Están en sus hogares, en medio de las actividades diarias, cuando de repente surge una situación desafiante ante ustedes. Tal vez sea un problema financiero que parece insuperable, un conflicto familiar que trae dolor al corazón o una enfermedad que aflige el alma. Todos enfrentamos desafíos en nuestras vidas, momentos en los que nos sentimos impotentes y perdidos.

Es en estos momentos que las historias bíblicas cobran vida y nos ofrecen un rayo de esperanza. En la Primera Lectura, conocemos a Ana, una mujer que llevaba el peso de la esterilidad. Anhelaba tener un hijo, pero cada año que pasaba, sus esperanzas disminuían. El dolor de la infertilidad la acompañaba a diario, como una sombra que parecía nunca desaparecer.

Sin embargo, Ana no se entregó al desespero. Llevó sus preocupaciones al Señor en ferviente oración. Con lágrimas en los ojos, derramó su corazón delante de Dios, depositando su confianza en Sus poderosas manos. Ana nos enseña que, incluso en las situaciones más difíciles, la oración puede ser una fuente de consuelo y fortalecimiento. Al confiar en Dios y expresar nuestras preocupaciones ante Él, encontramos consuelo y esperanza.

¿Cuántas veces olvidamos el poder de la oración en nuestras vidas? Nuestras palabras dirigidas a Dios pueden transformar nuestra realidad y acercarnos a lo divino. Como Ana, debemos permitirnos derramar nuestro corazón delante de Dios, confiando en que Él nos escucha y nos abraza con Su amor. La oración es un canal de comunión con el Creador del Universo, un medio por el cual podemos encontrar fuerza y sabiduría para enfrentar los desafíos que nos rodean.

En el pasaje del Evangelio según Marcos, encontramos a Jesús enseñando en la sinagoga en Cafarnaúm. La gente quedó asombrada por la autoridad con la que enseñaba, ya que Sus palabras eran diferentes de todo lo que habían escuchado antes. Pero lo que sucede a continuación es realmente extraordinario. Un hombre poseído por un espíritu impuro se acerca a Jesús, clamando por liberación.

Este hombre estaba atrapado en la oscuridad, atormentado por la presencia maligna en su vida. Vivía una existencia debilitante, sin esperanza y sin paz. Sin embargo, cuando Jesús ordena al espíritu impuro que salga de él, ocurre una transformación. El hombre es liberado y curado, su vida es restaurada por el poder de Jesús.

Esta historia nos muestra que, frente a las fuerzas del mal que nos rodean, podemos encontrar liberación y curación en el poder de Jesús. Él es nuestro Salvador, aquel que tiene autoridad sobre las tinieblas y puede rescatarnos de cualquier situación adversa. Así como el hombre poseído, podemos clamar a Jesús, confiando en Su misericordia y poder para liberarnos del pecado, la opresión y la desesperación.

Queridos hermanos y hermanas, estas historias bíblicas nos desafían a actuar de acuerdo con nuestra fe. Nos invitan a llevar nuestras preocupaciones y dificultades a Dios en oración, confiando en Su respuesta amorosa. Nos llaman a reconocer la autoridad de Jesús en nuestras vidas y buscar Su liberación y curación. Y, sobre todo, nos inspiran a vivir como testigos del amor y la esperanza divinos en nuestro mundo.

Pero, ¿cómo podemos aplicar estas lecciones en nuestras vidas diarias? Permítanme compartir algunas pautas prácticas.

Primero, la oración debe ser una parte esencial de nuestra jornada espiritual. Dediquemos tiempo diario para conectarnos con Dios en oración, encontrando un lugar tranquilo donde podamos concentrarnos y hablar con Él. Seamos transparentes en nuestras oraciones, compartiendo nuestros anhelos, temores y agradecimientos. Y recordemos que la oración no es solo hablar, sino también escuchar la voz de Dios en nuestros corazones.

Además, al igual que Ana, podemos buscar el apoyo de nuestra comunidad de fe. Compartamos nuestras preocupaciones con nuestros hermanos y hermanas en la fe, buscando aliento, consejo y oraciones conjuntas. La unión de la comunidad nos fortalece y nos recuerda que no estamos solos en nuestras luchas.

Con respecto a la autoridad de Jesús, los invito a reflexionar sobre las áreas de nuestras vidas donde sentimos la opresión del pecado, el miedo o la tristeza. Entreguemos esas áreas a Jesús, permitiendo que Él ejerza Su autoridad y nos libere. Esto puede requerir confesión, arrepentimiento y un cambio de dirección en nuestras vidas. Seamos valientes al enfrentar estas situaciones, confiando en que Jesús está con nosotros, listo para restaurarnos.

Además, como comunidad de fe, debemos estar atentos a las necesidades de los demás. Así como Jesús escuchó el clamor del hombre poseído, debemos estar dispuestos a escuchar los dolores y las luchas de nuestros hermanos y hermanas. Seamos agentes de curación y liberación, ofreciendo palabras de aliento, apoyo práctico y oraciones a favor de aquellos que están pasando por dificultades.

Queridos amigos, al concluir esta homilía, quiero recordarles que la gracia, el amor y la esperanza divinos están disponibles para cada uno de nosotros. No importa cuán desafiantes sean las circunstancias que enfrentamos, Dios está presente, listo para escucharnos, liberarnos y sanarnos.

Los invito a abrazar las lecciones de estos pasajes bíblicos en sus vidas diarias. Hagan de la oración una prioridad, buscando la comunión con Dios. Reconozcan la autoridad de Jesús en todas las áreas de sus vidas,

permitiendo que Él los libere y cure. Y, como comunidad de fe, seamos instrumentos de curación y liberación para aquellos que nos rodean.

Que la gracia de Dios esté con ustedes mientras caminan en esta jornada de fe. Que Su amor los fortalezca y Su esperanza los inspire. Y que la luz de Cristo brille en sus vidas, iluminando el camino por delante.

Oremos: Querido Dios, te agradecemos por Tu Palabra viva y poderosa. Concédenos la gracia de aplicar estas lecciones en nuestras vidas diarias. Danos el valor de llevar nuestras preocupaciones a Ti en oración y la confianza para entregarte las áreas de opresión en nuestras vidas. Que podamos ser testigos vivos de Tu amor y Tu esperanza en nuestro mundo. Por Cristo, nuestro Señor. Amén.

Que Dios los bendiga a todos.