Evangelio de hoy – Miércoles 8 de mayo de 2024 – Juan 16:12-15 – Biblia católica

Primera Lectura (Hechos 17,15.22-18,1)

Lectura de los Hechos de los Apóstoles:

En aquellos días, los que guiaban a Pablo lo llevaron a Atenas. De allí, al regresar, dieron orden a Silas y a Timoteo de que vinieran a él lo antes posible. Y se fueron. De pie en medio del Areópago, Pablo dijo: “Varones atenienses, en todo veo que sois sumamente religiosos. De hecho, pasando y observando vuestros lugares de culto, encontré también un altar con esta inscripción: ‘A lo desconocido’. Dios’ Bueno, este Dios que adoráis sin saberlo es exactamente el que os anuncio.

El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en santuarios hechos por manos humanas. Tampoco es servido por manos humanas, como si necesitara algo; porque es él quien da a todos la vida, el aliento y todo lo demás. De un solo hombre hizo habitar todo el género humano sobre toda la faz de la tierra, habiendo fijado previamente tiempos y límites de su habitación. Lo hizo para que buscaran a Dios y ver si lo descubrían, aunque anduvieran a tientas. Él no está lejos de cada uno de nosotros, porque en Él vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, como han dicho algunos de vuestros poetas: ‘Somos del linaje de Dios mismo’.

Siendo, pues, de la raza de Dios, no debemos pensar que la divinidad es semejante al oro, a la plata o a la piedra, trabajada por el arte y la imaginación del hombre.

Pero Dios, sin tener en cuenta los tiempos de la ignorancia, anuncia ahora a los hombres que todos y en todo lugar se arrepientan, porque ha establecido un día en el que juzgará al mundo con justicia, por medio del hombre que designó, ante todos, ofreciendo una garantía. resucitándolo de entre los muertos.”

Cuando oyeron hablar de la resurrección de los muertos, algunos se burlaron y otros dijeron: “Te oiremos hablar de eso en otra ocasión”. Entonces Pablo se alejó de ellos. Algunos, sin embargo, se unieron a él y abrazaron la fe. Entre ellos estaba también Dionisio Areopagita, una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos. Pablo salió de Atenas y fue a Corinto.

– Palabra del Señor.

– Gracias a Dios.

Evangelio (Juan 16,12-15)

— Proclamación del Evangelio de Jesucristo según San Juan.

— Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no podéis entenderlas. Sin embargo, cuando venga el Espíritu de la Verdad, él os conducirá a la verdad plena. Porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá todo lo que oiga; y él os anunciará las cosas que habrán de venir. Él me glorificará, porque recibirá lo mío y os lo declarará. Todo lo que el Padre tiene es mío. Por eso dije que lo que él recibirá y os anunciará, es mío”.

— Palabra de Salvación.

— Gloria a ti, Señor.

Reflejando la Palabra de Dios

Mis hermanos y hermanas en Cristo, ¡la paz y la gracia sean con vosotros!

Hoy me gustaría comenzar nuestra reflexión con una pregunta sencilla, pero profundamente relevante para nuestras vidas: ¿alguna vez te has sentido perdido en medio de las complejidades y desafíos del mundo en el que vivimos? Tal vez se sienta como un viajero solitario, navegando por mares desconocidos, en busca de respuestas y orientación. Si es así, sepa que no está solo. Nuestro viaje espiritual a menudo nos lleva a cuestionarnos, buscar una comprensión más profunda y encontrar un camino a través de la incertidumbre.

En los pasajes bíblicos que acabamos de escuchar encontramos un mensaje de esperanza y guía. En la primera lectura, se nos presenta al apóstol Pablo, quien se encuentra en Atenas, ciudad conocida por su cultura y filosofía. Pablo se dio cuenta de que los atenienses eran religiosos y adoraban a una multitud de dioses, pero también encontró un altar dedicado al Dios desconocido. Vio esto como una oportunidad para compartir el mensaje del Evangelio.

Pablo, con sabiduría y humildad, comienza a hablarle al pueblo, conectándose con sus creencias y experiencias cotidianas. Utiliza la cultura y la religiosidad de los atenienses para construir un puente, una oportunidad para transmitir la verdad del Evangelio. Pablo reconoce que aunque no conocen al Dios verdadero, tienen sed espiritual. Les recuerda que es Dios quien los creó, quien vive y respira en cada uno de ellos.

Amigos míos, como los atenienses, a menudo nos encontramos buscando algo más grande, algo que dé sentido a nuestra existencia. Vivimos en un mundo donde somos bombardeados constantemente con información e ideas contradictorias. Es fácil sentirse perdido, cuestionando nuestro propósito y lo que es verdad. Pero Pablo nos muestra que la respuesta está en nuestra búsqueda de Dios, el Dios desconocido que está presente en nuestras vidas, incluso cuando no nos damos cuenta.

A lo largo de la historia, la Iglesia ha sido un faro de esperanza y guía para aquellos que están perdidos. Nos ofrece una brújula espiritual, anclada en las Sagradas Escrituras, para guiarnos en nuestro camino. En el Evangelio de Juan, Jesús promete enviar el Espíritu de la Verdad para guiarnos a toda la verdad. Nos asegura que el Espíritu Santo nos revelará las cosas que no podemos entender por nosotros mismos.

Imagínese a un viajero en un denso bosque, sin mapa ni brújula. Se siente perdido, sin saber adónde ir. Pero entonces, una luz brilla entre los árboles y aparece un guía experimentado. Extiende su mano y ofrece orientación, mostrando el camino seguro. Así está el Espíritu Santo en nuestras vidas. Él es nuestro guía divino, nuestro consejero y amigo, quien nos lleva a una comprensión más profunda de la Palabra de Dios.

Sin embargo, hermanos y hermanas míos, no basta simplemente con recibir esta guía divina. También debemos responder a este llamado y actuar de acuerdo con la verdad que se nos revela. El mensaje del Evangelio no es sólo una teoría abstracta, sino una realidad viva y transformadora. Es un llamado a vivir como discípulos de Cristo, en acción y en palabra.

Recuerda que Dios nos dio dones y talentos únicos, para ser usados en beneficio de los demás y para la gloria de su nombre. Estamos llamados a ser sal y luz en este mundo, a iluminar los caminos oscuros y a añadir sabor a la vida de quienes nos rodean. No debemos ocultar estos dones, sino compartirlos generosamente con los demás.

Queridos míos, ¿cómo podemos hacer esto? ¿Cómo podemos vivir de acuerdo con las verdades que encontramos en las Escrituras? Permítanme ofrecer algunas sugerencias prácticas:

Primero, dedique tiempo diariamente a la oración y a la lectura de las Escrituras. Así como un piloto confía en su instrumento de navegación, nosotros debemos confiar en las Escrituras como nuestra guía espiritual. Encuentren un momento de tranquilidad en sus vidas para conectarse con Dios, escuchar Su voz y permitir que Su Palabra penetre en sus corazones.

En segundo lugar, cultive relaciones significativas con otros cristianos. El camino de la fe no debe recorrerse solo. Nos necesitamos unos a otros para animarnos, apoyarnos y rendir cuentas. Encuentre una comunidad de fe donde puedan crecer juntos, compartir sus experiencias y aprender unos de otros.

En tercer lugar, sed testigos del amor de Dios en vuestra vida diaria. No necesitamos predicar sermones elaborados para compartir el Evangelio. En cambio, vivan sus vidas de manera que reflejen el amor de Cristo. Sea amable, compasivo y generoso. Demuestra el amor de Dios a través de tus acciones diarias y sé un ejemplo vivo de lo que significa seguir a Cristo.

Cuarto, sé valiente en tu fe. El mundo que nos rodea a menudo nos desafía y nos hace cuestionar nuestras creencias. Pero recuerda que tenemos al Espíritu Santo dentro de nosotros, fortaleciéndonos y capacitándonos. No tengas miedo de compartir tu fe y defender la verdad, incluso cuando sea difícil. Tened la valentía de vivir según los principios del Evangelio, incluso cuando eso signifique nadar contra la corriente.

Por último, amados míos, recuerden que nuestro viaje espiritual es una búsqueda continua. A medida que crecemos y maduramos en nuestra fe, podemos descubrir nuevas verdades y perspectivas. Estén abiertos a la obra del Espíritu Santo en sus vidas, permitiéndole guiarlos en nuevas direcciones y desafiar sus ideas preconcebidas. Estar dispuesto a aprender y adaptarnos, confiando en que Dios siempre nos está guiando a una comprensión más profunda de Su amor y voluntad.

Hoy, mis queridos hermanos y hermanas, los invito a abrazar este camino espiritual. Déjense guiar por el Espíritu Santo en todos los ámbitos de sus vidas. Abran sus corazones a la verdad de las Escrituras y permitan que transforme sus vidas. Y, sobre todo, vivan como testigos del amor de Dios, irradiando su gracia y esperanza al mundo que los rodea.

Que el Espíritu Santo te guíe y fortalezca en tu camino espiritual. Que la palabra de Dios sea una luz en vuestro camino y un apoyo en vuestras dificultades. Y que siempre recuerdes que no estás solo en este viaje, sino que tienes una comunidad de fe que te apoya y te ama.

Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros. Amén.

wcp

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