Evangelio de hoy – Sábado, 4 de mayo de 2024 – Juan 15:18-21 – Biblia Católica

Primera Lectura (Hechos 16:1-10)

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

En aquellos días Pablo fue a Derbe y a Listra. Había en Listra un discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía, creyente y de padre griego. Los hermanos de Listra y de Iconio dieron buen testimonio acerca de Timoteo. Entonces Pablo quiso que Timoteo se fuera con él. Lo tomó consigo y lo circuncidó, a causa de los judíos que estaban en aquella parte, porque todos sabían que el padre de Timoteo era griego. Viajando por las ciudades, Pablo y Timoteo transmitieron las decisiones que habían tomado los apóstoles y los ancianos de Jerusalén. Y recomendaron que fueran observados. Las iglesias se fortalecieron en la fe y, día a día, crecieron en número. Pablo y Timoteo cruzaron Frigia y la región de Galacia, ya que el Espíritu Santo les había prohibido predicar la Palabra de Dios en Asia. Al llegar cerca de Misia, intentaron entrar en Bitinia, pero el Espíritu de Jesús se lo impidió. Luego cruzaron Misia y descendieron a Troas. Durante la noche, Pablo tuvo una visión: delante de él, estaba un macedonio que le rogaba: “¡Ven a Macedonia y ayúdanos!”. Después de esta visión, intentamos partir inmediatamente hacia Macedonia, convencidos de que Dios nos acababa de llamar a predicarles el Evangelio.

– Palabra del Señor.

– Gracias a Dios.

Evangelio (Juan 15,18-21)

— Proclamación del Evangelio de Jesucristo según San Juan.

— Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Si el mundo os odia, sabed que a mí primero me ha aborrecido. Si fuerais del mundo, el mundo querría lo que le pertenece. Pero como no sois del mundo, porque Yo os elegí y me he separado del mundo; por eso el mundo os odia. Acordaos de lo que os dije: ‘Un siervo no es mayor que su señor’. Si a mí me persiguieron, también a vosotros os perseguirán. Esto os harán por amor de mi nombre, porque no conocen al que me envió.

— Palabra de Salvación.

— Gloria a ti, Señor.

Reflejando la Palabra de Dios

Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo, ¡la paz sea con vosotros!

Hoy quiero iniciar nuestra reflexión con una pregunta: ¿alguna vez te has sentido fuera de lugar o incomprendido en medio de tus experiencias diarias? Todos, en algún momento, nos enfrentamos a situaciones en las que nuestras creencias y valores se ven desafiados. Es como si no estuviéramos en sintonía con el mundo que nos rodea. Bueno, es exactamente este sentimiento de desplazamiento y desafío del que nos hablan nuestros pasajes bíblicos de hoy.

En la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles (Hechos 16:1-10), encontramos a Pablo y Timoteo, dos hombres que se sintieron llamados a llevar el mensaje de Cristo a lugares donde aún no se había predicado el Evangelio. Eran verdaderos extraños en tierras desconocidas. ¡Imagínese el sentimiento de incertidumbre y vulnerabilidad que debieron experimentar!

Sin embargo, Pablo y Timoteo no permitieron que estos sentimientos los paralizaran. Continuaron predicando el Evangelio, enfrentando desafíos y persecución en el camino. Sabían que el amor de Cristo era mayor que cualquier adversidad que pudieran encontrar. Confiaron en la gracia divina y avanzaron, guiados por el Espíritu Santo.

Al igual que Pablo y Timoteo, estamos llamados a ser testigos del Evangelio en nuestro tiempo. El Evangelio de Juan (Juan 15:18-21) nos recuerda que ser discípulos de Cristo implica enfrentar oposición y rechazo. Jesús nos dice: “Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros” (Juan 15,18). Estas palabras pueden parecer duras, pero revelan una verdad profunda sobre la naturaleza del discipulado.

Amigos míos, vivimos en un mundo que a menudo rechaza los principios del Evangelio. Valores como el amor, el perdón y la compasión suelen ser sustituidos por el egoísmo, el odio y la indiferencia. Podemos sentirnos fuera de lugar, como extranjeros en nuestra propia sociedad. Pero no debemos desesperarnos, como nos anima Jesús, diciendo: “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo… por eso os aborrece” (Juan 15:19) .

En estos momentos de desafío y oposición, debemos recordar que no estamos solos. Así como Pablo y Timoteo fueron guiados por el Espíritu Santo, nosotros también somos bendecidos con el mismo Espíritu. Nos fortalece y nos permite afrontar las dificultades que se nos presenten. Por lo tanto, no debemos temer, sino confiar en la presencia y gracia de Dios en nuestras vidas.

Quiero compartir con ustedes una historia que ilustra esta verdad. Había una vez un joven llamado André, que decidió llevar el amor de Cristo a las personas sin hogar de su ciudad. Sabía que enfrentaría resistencia e indiferencia, pero estaba decidido a marcar la diferencia. Comenzó a ofrecer comida, ropa y refugio a quienes a menudo eran olvidados por la sociedad.

Al principio, André enfrentó críticas e incluso burlas. Algunos dijeron que estaba perdiendo su tiempo y recursos con personas que no merecían ayuda. Sin embargo, continuó perseverando, impulsado por la convicción de que cada persona es digna del amor de Dios.

Con el paso del tiempo, las actitudes de la gente empezaron a cambiar. Comenzaron a notar el impacto positivo que André estaba teniendo en la comunidad. Cada vez más personas se unieron a él, ofreciendo su tiempo y recursos para ayudar a los necesitados. El ejemplo de André inspiró a otros a levantarse y marcar una diferencia en sus propias vidas.

Amados míos, esta historia nos muestra que, incluso frente a la oposición y el desafío, podemos marcar una diferencia en nuestro mundo. Podemos ser luces brillantes en medio de la oscuridad. Como Andrés, podemos seguir el ejemplo de Cristo y convertirnos en instrumentos de amor y compasión.

Al reflexionar sobre estos pasajes bíblicos, es importante recordar que el mensaje del Evangelio no se limita al espacio de la iglesia. Debe impregnar todos los ámbitos de nuestra vida, influyendo en nuestras relaciones, nuestras elecciones, nuestro trabajo y nuestras interacciones diarias.

Cuando enfrentamos situaciones desafiantes, podemos recurrir a la Palabra de Dios en busca de guía y fortaleza. Nos muestra que estamos llamados a amar a nuestros enemigos, a perdonar a quienes nos hacen daño y a ser luces de esperanza en un mundo lleno de oscuridad.

Como católicos, estamos invitados a vivir una vida de autenticidad e integridad, reflejando las enseñanzas de Cristo en todo lo que hacemos. Este llamado requiere coraje y determinación, especialmente cuando enfrentamos oposición y rechazo. Sin embargo, Dios nos promete su presencia y asistencia en todo momento.

Por tanto, no debemos desanimarnos por los desafíos que encontramos al seguir el camino de Cristo. Más bien, debemos recordar las palabras de Pablo: “Tened buen ánimo, porque tengo mucho pueblo en esta ciudad” (Hechos 18:10). Dios está con nosotros y está obrando a través de nosotros para transformar vidas y traer esperanza al mundo.

Queridos hermanos y hermanas, hoy tenemos el desafío de llevar adelante el legado de Pablo, Timoteo y tantos otros discípulos de Cristo que nos precedieron. Estamos llamados a mostrar al mundo el amor y la gracia de Dios en acción. No nos desanimemos por las dificultades que podamos afrontar, sino confiemos en la fuerza que viene de lo alto.

Mientras nos preparamos para cerrar esta homilía, quiero desafiarlos a reflexionar sobre cómo los pasajes bíblicos de hoy se aplican a su vida diaria. ¿Cómo podéis ser auténticos testigos del Evangelio en vuestras familias, trabajos y comunidades? ¿Cómo puedes difundir el amor de Cristo incluso en medio de la oposición y el rechazo?

Recuerda que la transformación comienza en nuestro corazón y se manifiesta en nuestras acciones. Pidamos a Dios la gracia y la valentía para vivir según los principios del Evangelio, incluso cuando nos cueste. Que seamos signos de esperanza y agentes de cambio en nuestro mundo.

Que el amor de Dios nos guíe, la gracia de Cristo nos fortalezca y el Espíritu Santo nos permita vivir como verdaderos discípulos de Jesús. Que llevemos el mensaje del Evangelio a todos los rincones de la tierra, iluminando el camino a quienes aún no conocen la bondad y la misericordia de Dios.

Que así sea. ¡Amén!

wcp

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