Evangelio de hoy – Viernes, 2 de agosto de 2024 – Mateo 13,54-58 – Biblia Católica

Primera lectura (Jeremías 26,1-9)

Lectura del libro del profeta Jeremías.

Al principio del reinado de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá, fue comunicada esta palabra de parte del Señor, que decía: Así dice el Señor: Ponte en el atrio de la casa del Señor y habla a todos los que venid de las ciudades de Judá, para adorar al Señor en el templo, todas las palabras que os mandé decir, no retractéis ni una sola palabra; tal vez las oigan y se aparten del mal camino, y me arrepentiré. la decisión de castigarlos por sus malas obras, entonces les dirás: Esto dice el Señor: Si no queréis vivir según la ley que os he dado, a escuchar las palabras de mis siervos. profetas que os he enviado para preocuparos y para guiaros, y que no habéis escuchado, haré de esta casa un segundo Siloh y haré de esta una ciudad maldita por todos los pueblos de la tierra. Los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo presente oyeron a Jeremías decir estas palabras en la casa del Señor. Cuando Jeremías terminó de decir todo y que el Señor le había mandado hablar a todo el pueblo, los sacerdotes, los profetas y el pueblo lo arrestaron, diciendo: “¡Este hombre debe morir! ¿Por qué hablas, en el nombre del Señor, la profecía: ‘¿Esta casa será como Siló, y esta ciudad será devastada y vacía de habitantes?'” Todo el pueblo se reunió contra Jeremías en la casa del Señor.

– Palabra del Señor.

– Gracias a Dios.

Evangelio (Mateo 13,54-58)

Proclamación del Evangelio de Jesucristo según San Mateo.

— Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús, yendo a su tierra, enseñaba en la sinagoga, de modo que todos quedaban asombrados. Y dijeron: ¿De dónde viene esta sabiduría y estos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿Y sus hermanos no? hermanas viven con nosotros? Entonces, ¿de dónde viene todo esto? Y se escandalizaron por su culpa. Jesús, sin embargo, dijo: “¡Un profeta solo no es estimado en su país ni en su familia!” Y Jesús no hizo allí muchos milagros, porque no tenían fe.

— Palabra de Salvación.

— Gloria a ti, Señor.

Reflejando la Palabra de Dios

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy recibimos lecturas que nos desafían a reflexionar sobre el coraje que se necesita para decir la verdad y las dificultades que a menudo enfrentamos cuando intentamos ser fieles a nuestra fe en medio de la incredulidad y el escepticismo. Comencemos leyendo al profeta Jeremías para luego reflexionar sobre el evangelio de Mateo, donde Jesús enfrenta el rechazo en su propia tierra.

En Jeremías 26:1-9, vemos al profeta siendo llamado por Dios para entregar un mensaje muy difícil. Dios ordena a Jeremías que vaya al Templo y le cuente al pueblo todo lo que le dice, sin omitir una sola palabra. El mensaje de Jeremías es una severa advertencia: si el pueblo no se arrepiente y regresa a los caminos de Dios, la ciudad de Jerusalén y el Templo serán destruidos.

Imagínese el valor que esto requirió de Jeremías. Sabía que este mensaje sería impopular, que encontraría resistencia e incluso hostilidad. De hecho, la reacción del pueblo fue rápida y violenta. Se arremolinaron contra él gritando: “¡Este hombre debe morir!”. Jeremías estuvo en peligro su vida por ser fiel al llamado de Dios.

Aquí vemos un poderoso ejemplo de obediencia y valentía. Jeremías no dudó en decir la verdad, aunque sabía que podría costarle la vida. Nos enseña que, como discípulos de Cristo, debemos ser fieles a nuestro llamamiento, incluso cuando éste nos ponga en situaciones difíciles o peligrosas. La verdad de Dios no puede verse comprometida y nuestra lealtad hacia Él debe ser inquebrantable.

En el evangelio de Mateo 13:54-58, encontramos a Jesús regresando a su tierra natal, Nazaret. Enseña en la sinagoga y, a pesar de sus sabias palabras y de los milagros que ha realizado, es recibido con desdén. La gente de su pueblo queda perpleja y se pregunta: “¿De dónde sacais esta sabiduría y estos poderes milagrosos? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María? Y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y tus hermanas, ¿no viven todas entre nosotros? Entonces, ¿de dónde viene todo esto?

Lo que vemos aquí es la dificultad que tuvieron los habitantes de Nazaret para aceptar a Jesús como el Mesías. Conocían a Jesús desde la infancia y no podían ver más allá de sus orígenes humildes. Por su falta de fe, Jesús no realizó muchos milagros allí. Este episodio resalta la dolorosa realidad de que a menudo las personas más cercanas a nosotros son las que más dudan de nuestro llamado y nuestra misión.

Este rechazo que Jesús enfrentó en Nazaret nos recuerda que, al igual que sus seguidores, nosotros también enfrentaremos el rechazo y la incomprensión, especialmente de aquellos que nos conocen bien. Puede ser un desafío ser fiel a nuestra fe y a las enseñanzas de Cristo cuando quienes nos rodean nos cuestionan o no creen. Sin embargo, Jesús nos muestra que debemos perseverar, incluso ante el rechazo. Nuestra identidad y misión no están determinadas por las opiniones de los demás, sino por la voluntad de Dios.

Al reflexionar sobre estas lecturas, estamos llamados a considerar nuestra propia valentía y fidelidad al vivir nuestra fe. En un mundo que a menudo es hostil al mensaje del Evangelio, tenemos el desafío de ser profetas como Jeremías, hablando la verdad de Dios con valentía, incluso cuando sea difícil o peligroso. También estamos llamados a ser discípulos fieles como Jesús, perseverando en nuestra misión incluso cuando enfrentamos rechazo y escepticismo.

Imaginemos nuestra vida como un árbol plantado junto a un río. Este árbol enfrenta tormentas, fuertes vientos y en ocasiones sequías, pero sus raíces profundas lo mantienen firme y el agua del río lo sostiene. Así también, nuestras raíces en Cristo y nuestra confianza en Su Palabra nos sostienen a través de las dificultades y rechazos que encontramos.

Para aplicar estos principios en nuestra vida diaria, primero debemos buscar diligentemente la verdad de Dios. Esto significa dedicar tiempo a la oración y al estudio de la Biblia, permitiendo que la Palabra de Dios eche raíces profundas en nuestros corazones. Cuando sabemos la verdad, podemos compartirla mejor con valentía y convicción.

En segundo lugar, debemos estar preparados para el rechazo. Esto no es fácil, pero es una parte inevitable de nuestro camino como cristianos. Podemos encontrar consuelo en el hecho de que Jesús también fue rechazado y Él nos comprende profundamente. Debemos recordar que nuestra fidelidad a Dios es más importante que la aprobación humana.

En tercer lugar, debemos apoyarnos unos a otros en nuestra comunidad de fe. Así como Jeremías y Jesús enfrentaron oposición, nosotros también la enfrentaremos. Pero juntos podemos animarnos y fortalecernos unos a otros, recordando las promesas de Dios y la esperanza que tenemos en Cristo.

Tomemos ahora un momento de silencio para reflexionar sobre estas verdades. Cerremos los ojos y pidamos a Dios la gracia de ser valientes como Jeremías y fieles como Jesús. Que el Espíritu Santo nos guíe y fortalezca en nuestra misión de vivir y compartir el Evangelio.

Señor, te damos gracias por las lecciones de hoy. Ayúdanos a vivir según Tu voluntad, a decir Tu verdad con valentía y a perseverar en nuestra misión, incluso ante el rechazo. Que seamos luz en el mundo, reflejando Tu amor y Tu verdad en cada acción y palabra. Amén.

Al salir hoy de aquí, recordemos que estamos llamados a ser fieles a nuestra fe, a decir la verdad con valentía y a perseverar incluso ante el rechazo. Que la gracia de Dios nos acompañe y fortalezca, y que seamos instrumentos de su paz y amor en el mundo. Amén.