Jesús recibe de Juan el Bautismo de conversión para inaugurar su vida pública y anticipar el «Bautismo» de su Muerte; y aunque no había en Él pecado alguno, Jesús, «el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Jn1, 29), acepta ser contado entre los pecadores. El Padre lo proclama su «Hijo predilecto» (Mt3, 17), y el Espíritu viene a posarse sobre Él. El Bautismo de Jesús es la prefiguración de nuestro bautismo.
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Párrafo 535
535.El comienzo (cf.Lc3, 23) de la vida pública de Jesús es su bautismo por Juan en el Jordán (cf.Hch1, 22). Juan proclamaba "un bautismo de conversión para el perdón de los pecados" (Lc3, 3). Una multitud de pecadores, publicanos y soldados (cf.Lc3, 10-14), fariseos y saduceos (cf.Mt3, 7) y prostitutas (cf.Mt21, 32) viene a hacerse bautizar por él. "Entonces aparece Jesús". El Bautista duda. Jesús insiste y recibe el bautismo. Entonces el Espíritu Santo, en forma de paloma, viene sobre Jesús, y la voz del cielo proclama que él es "mi Hijo amado" (Mt3, 13-17). Es la manifestación ("Epifanía") de Jesús como Mesías de Israel e Hijo de Dios.
Párrafo 536
536.El bautismo de Jesús es, por su parte, la aceptación y la inauguración de su misión de Siervo doliente. Se deja contar entre los pecadores (cf.Is53, 12); es ya "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Jn1, 29); anticipa ya el "bautismo" de su muerte sangrienta (cfMc10, 38;Lc12, 50). Viene ya a "cumplir toda justicia" (Mt3, 15), es decir, se somete enteramente a la voluntad de su Padre: por amor acepta el bautismo de muerte para la remisión de nuestros pecados (cf.Mt26, 39). A esta aceptación responde la voz del Padre que pone toda su complacencia en su Hijo (cf.Lc3, 22;Is42, 1). El Espíritu que Jesús posee en plenitud desde su concepción viene a "posarse" sobre él (Jn1, 32-33; cf.Is11, 2). De él manará este Espíritu para toda la humanidad. En su bautismo, "se abrieron los cielos" (Mt3, 16) que el pecado de Adán había cerrado; y las aguas fueron santificadas por el descenso de Jesús y del Espíritu como preludio de la nueva creación.
Párrafo 537
537.Por el Bautismo, el cristiano se asimila sacramentalmente a Jesús que anticipa en su bautismo su muerte y su resurrección: debe entrar en este misterio de rebajamiento humilde y de arrepentimiento, descender al agua con Jesús, para subir con él, renacer del agua y del Espíritu para convertirse, en el Hijo, en hijo amado del Padre y "vivir una vida nueva" (Rm6, 4):
«Enterrémonos con Cristo por el Bautismo, para resucitar con él; descendamos con él para ser ascendidos con él; ascendamos con él para ser glorificados con él» (San Gregorio Nacianceno,Oratio40, 9: PG 36, 369).
«Todo lo que aconteció en Cristo nos enseña que después del baño de agua, el Espíritu Santo desciende sobre nosotros desde lo alto del cielo y que, adoptados por la Voz del Padre, llegamos a ser hijos de Dios. (San Hilario de Poitiers,In evangelium Matthaei, 2, 6: PL 9, 927).
Párrafo 565
565.Desde el comienzo de su vida pública, en su bautismo, Jesús es el "Siervo" enteramente consagrado a la obra redentora que llevará a cabo en el "bautismo" de su pasión.
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