591. ¿Por qué pedimos «Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo»?

La voluntad del Padre es que «todos los hombres se salven» (1Tm2, 4). Para esto ha venido Jesús: para cumplir perfectamente la Voluntad salvífica del Padre. Nosotros pedimos a Dios Padre que una nuestra voluntad a la de su Hijo, a ejemplo de María Santísima y de los santos. Le pedimos que su benevolente designio se realice plenamente sobre la tierra, como se ha realizado en el cielo. Por la oración, podemos «distinguir cuál es la voluntad de Dios» (Rm12, 2), y obtener «constancia para cumplirla» (Hb10, 36).


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Párrafo 2822

2822.La voluntad de nuestro Padre es “que todos los hombres [...] se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad” (1 Tm2, 3-4). El “usa de paciencia [...] no queriendo que algunos perezcan” (2 P3, 9; cfMt18, 14). Su mandamiento que resume todos los demás y que nos dice toda su voluntad es que “nos amemos los unos a los otros como él nos ha amado” (Jn13, 34; cf1 Jn3; 4;Lc10, 25-37).

Párrafo 2823

2823.Él nos ha dado a “conocer [...] el Misterio de su voluntad según el benévolo designio que en Él se propuso de antemano [...] hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza [...] a Él, por quien entramos en herencia, elegidos de antemano según el previo designio del que realiza todo conforme a la decisión de su Voluntad” (Ef1, 9-11). Pedimos con insistencia que se realice plenamente este designio benévolo, en la tierra como ya ocurre en el cielo.

Párrafo 2824

2824.En Cristo, y por medio de su voluntad humana, la voluntad del Padre fue cumplida perfectamente y de una vez por todas. Jesús dijo al entrar en el mundo: “He aquí que yo vengo [...] oh Dios, a hacer tu voluntad” (Hb10, 7;Sal40, 8-9). Sólo Jesús puede decir: “Yo hago siempre lo que le agrada a Él” (Jn8, 29). En la oración de su agonía, acoge totalmente esta Voluntad: “No se haga mi voluntad sino la tuya” (Lc22, 42; cfJn4, 34; 5, 30; 6, 38). He aquí por qué Jesús “se entregó a sí mismo por nuestros pecados [...] según la voluntad de Dios” (Ga1, 4). “Y en virtud de esta voluntad somos santificados, merced a la oblación de una vez para siempre del cuerpo de Jesucristo” (Hb10, 10).

Párrafo 2825

2825.Jesús, “aun siendo Hijo, con lo que padeció, experimentó la obediencia” (Hb5, 8). ¡Con cuánta más razón la deberemos experimentar nosotros, criaturas y pecadores, que hemos llegado a ser hijos de adopción en Él! Pedimos a nuestro Padre que una nuestra voluntad a la de su Hijo para cumplir su voluntad, su designio de salvación para la vida del mundo. Nosotros somos radicalmente impotentes para ello, pero unidos a Jesús y con el poder de su Espíritu Santo, podemos poner en sus manos nuestra voluntad y decidir escoger lo que su Hijo siempre ha escogido: hacer lo que agrada al Padre (cfJn8, 29):

«Adheridos a Cristo, podemos llegar a ser un solo espíritu con Él, y así cumplir su voluntad: de esta forma ésta se hará tanto en la tierra como en el cielo» (Orígenes,De oratione, 26, 3).

«Considerad cómo [Jesucristo] nos enseña a ser humildes, haciéndonos ver que nuestra virtud no depende sólo de nuestro esfuerzo sino de la gracia de Dios. Él ordena a cada fiel que ora, que lo haga universalmente por toda la tierra. Porque no dice “Que tu voluntad se haga” en mí o en vosotros “sino en toda la tierra”: para que el error sea desterrado de ella, que la verdad reine en ella, que el vicio sea destruido en ella, que la virtud vuelva a florecer en ella y que la tierra ya no sea diferente del cielo» (San Juan Crisóstomo,In Matthaeumhomilia 19, 5).

Párrafo 2826

2826.Por la oración, podemos “discernir cuál es la voluntad de Dios” (Rm12, 2;Ef5, 17) y obtener “constancia para cumplirla” (Hb10, 36). Jesús nos enseña que se entra en el Reino de los cielos, no mediante palabras, sino “haciendo la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mt7, 21).

Párrafo 2827

2827.“Si alguno [...] cumple la voluntad [...] de Dios, a ése le escucha” (Jn9, 31; cf1 Jn5, 14). Tal es el poder de la oración de la Iglesia en el Nombre de su Señor, sobre todo en la Eucaristía; es comunión de intercesión con la Santísima Madre de Dios (cfLc1, 38. 49) y con todos los santos que han sido “agradables” al Señor por no haber querido más que su Voluntad:

«Incluso podemos, sin herir la verdad, cambiar estas palabras: “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo” por estas otras: en la Iglesia como en nuestro Señor Jesucristo; en la Esposa que le ha sido desposada, como en el Esposo que ha cumplido la voluntad del Padre» (San Agustín,De sermone Domini in monte,2, 6, 24).

Párrafo 2860

2860.En la tercera petición, rogamos al Padre que una nuestra voluntad a la de su Hijo para realizar su Plan de salvación en la vida del mundo.


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