Evangelio de hoy – Jueves, 14 de marzo de 2024 – Juan 5,31-47 – Biblia Católica

Primera Lectura (Éxodo 32,7-14)

Lectura del Libro del Éxodo.

En aquellos días, el Señor habló a Moisés: “Ve, desciende, porque tu pueblo, que sacaste de la tierra de Egipto, se ha corrompido rápidamente apartándose del camino que les prescribí. Se han hecho un becerro de metal fundido, se postraron ante él en adoración y le ofrecieron sacrificios, diciendo: ‘Estos son tus dioses, Israel, que te sacaron de Egipto'”.

Y el Señor dijo a Moisés: “Veo que este es un pueblo de cerviz dura. Déjame que se encienda mi ira contra ellos y los destruya. Pero de ti haré una gran nación”. Sin embargo, Moisés suplicaba al Señor su Dios, diciendo: “¿Por qué, Señor, se enciende tu ira contra tu pueblo, al que sacaste de Egipto con gran poder y mano fuerte? No permitas, te ruego, que los egipcios digan: ‘Con malas intenciones los sacó, para hacerlos perecer en las montañas y exterminarlos de sobre la faz de la tierra’. Calma tu ira y perdona la iniquidad de tu pueblo.

Recuerda a tus siervos Abraham, Isaac e Israel, con los cuales te comprometiste por juramento, diciendo: ‘Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; y toda esta tierra de la cual he hablado, la daré a vuestra descendencia como herencia para siempre'”. Y el Señor desistió del mal que había amenazado hacer a su pueblo.

— Palabra del Señor.

— Gloria a Dios.

Evangelio (Juan 5,31-47)

— PROCLAMACIÓN del Evangelio de Jesucristo según San Juan.

— Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es válido. Pero hay otro que da testimonio de mí, y sé que el testimonio que él da de mí es verdadero.

Ustedes enviaron mensajeros a Juan, y él dio testimonio de la verdad. Sin embargo, yo no dependo del testimonio de un ser humano. Pero hablo así para que ustedes sean salvos. Juan era una lámpara que ardía y brillaba, y ustedes se regocijaron por un tiempo con su luz.

Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; las obras que el Padre me ha dado para que las realice. Las obras que yo hago dan testimonio de mí, mostrando que el Padre me ha enviado. Y también el Padre que me envió da testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz, ni han visto su rostro, y su palabra no ha encontrado morada en ustedes, porque no creen en aquel a quien él envió.

Ustedes examinan las Escrituras, pensando que en ellas tienen la vida eterna. Sin embargo, las Escrituras dan testimonio de mí, pero ustedes no quieren venir a mí para tener vida eterna. Yo no recibo gloria de los hombres. Pero sé que ustedes no tienen en ustedes el amor de Dios. He venido en nombre de mi Padre, y ustedes no me reciben. Pero si otro viene en su propio nombre, a ese sí lo recibirán.

¿Cómo pueden creer ustedes, que reciben gloria unos de otros y no buscan la gloria que viene del único Dios? No piensen que los acusaré delante del Padre. Hay alguien que los acusa: Moisés, en quien ustedes ponen su esperanza. Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él escribió acerca de mí. Pero si no creen en sus escritos, ¿cómo creerán entonces en mis palabras?”

— Palabra de la Salvación.

— Gloria a ti, Señor.

Reflejando la Palabra de Dios

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

La paz y la gracia estén con vosotros en este bendito día. Permítanme comenzar con una pregunta: ¿con qué frecuencia nos sentimos perdidos, ansiosos y desorientados en medio de la agitación de la vida cotidiana? ¿Con qué frecuencia buscamos respuestas a nuestras preguntas más profundas, anhelando una guía que traiga paz a nuestros corazones? En un mundo lleno de incertidumbre, es fácil sentirse oveja sin pastor.

Hoy, los pasajes bíblicos que se nos presentan revelan un mensaje de amor, dirección y esperanza. En la primera lectura encontramos la historia del pueblo de Israel en el desierto, tras su liberación de Egipto. Se sentían perdidos y desesperados, sin saber adónde ir ni qué hacer. En ese momento de debilidad, sucumbieron a la tentación de adorar un becerro de oro, buscando seguridad y significado en algo creado por manos humanas.

La historia del becerro de oro puede parecer alejada de nuestra realidad, pero ¿con qué frecuencia también recurrimos a los ídolos modernos en busca de significado y seguridad? Podemos encontrar consuelo en nuestras posesiones materiales, éxito profesional o relaciones personales, pero estas cosas son pasajeras e insatisfactorias. El verdadero significado y la seguridad sólo se pueden encontrar en Dios.

Así como Moisés intercedió por el pueblo de Israel, implorando la misericordia divina y recordando las promesas del Señor, nosotros también estamos llamados a acudir a Dios en tiempos de dificultad. Nos llama a reconocer nuestra debilidad y depender de Él en todas las circunstancias. Nos invita a confiar en su infinita sabiduría y amor, sabiendo que él tiene el mejor plan para nuestras vidas.

En el Evangelio de Juan, Jesús habla del testimonio que recibe del Padre y de cómo este testimonio apunta a la verdad de su misión. Nos recuerda que no debemos buscar nuestra propia gloria, sino la gloria de Aquel que nos envió. Jesús es nuestro verdadero pastor, quien nos guía y protege en medio de las adversidades de la vida.

Jesús habla de cómo las Escrituras dan testimonio de él, de cómo revelan su identidad y su misión. Nos anima a escudriñar las Escrituras, porque en ellas encontramos vida y esperanza. Las Escrituras nos revelan el plan redentor de Dios, su gracia y misericordia que están disponibles para todos nosotros. Nos muestran cómo Jesús es el camino, la verdad y la vida.

Pero no basta con leer las Escrituras; También debemos poner en práctica lo que hemos aprendido. Jesús nos recuerda que la fe sin obras está muerta. Necesitamos permitir que las verdades espirituales sean tangibles y aplicables en nuestra vida diaria. Debemos amar a nuestro prójimo, perdonar a quienes nos ofenden y buscar la justicia y la paz en nuestras relaciones personales y en la sociedad en su conjunto.

Queridos hermanos y hermanas, el mensaje de estos pasajes bíblicos es claro: no importa cuán perdidos o desesperados nos sintamos, Dios está con nosotros. Él es nuestro pastor amoroso, listo para guiarnos y cuidarnos. Él nos llama a buscar Su voluntad y confiar en Su plan, incluso cuando todo parece incierto.

Hoy los invito a cada uno de ustedes a reflexionar sobre su propia vida. ¿Dónde has estado buscando significado, seguridad y dirección? ¿Cuáles son los ídolos modernos que han ocupado el lugar de Dios en sus corazones? Y, sobre todo, ¿cómo estás aplicando las verdades de las Escrituras en tu vida diaria?

Recuerda que Dios siempre está listo para recibirnos con los brazos abiertos, sin importar cuántas veces nos hayamos desviado del camino. Él es un Dios de misericordia y gracia, dispuesto a perdonarnos y restaurarnos. Que respondamos a este amor con gratitud y acción, buscando vivir de acuerdo con las enseñanzas de las Escrituras.

Queridos hermanos y hermanas, al concluir esta homilía, quiero animarlos a abrazar el mensaje de amor, dirección y esperanza que se encuentra en los pasajes bíblicos sobre los que reflexionamos hoy. Recordemos que Dios es nuestro pastor amoroso, listo para guiarnos y cuidarnos. Que confiemos en Su plan para nuestras vidas y busquemos Su voluntad en todas las circunstancias.

Que las verdades espirituales se vuelvan tangibles en nuestra vida cotidiana mientras amamos y perdonamos, buscamos la justicia y la paz y nos esforzamos por vivir de acuerdo con las enseñanzas de las Escrituras. Que encontremos significado y seguridad en Dios en lugar de recurrir a ídolos fugaces. Y que podamos compartir la esperanza que encontramos en Cristo con quienes nos rodean.

Que la gracia divina, el amor y la esperanza se derramen sobre cada uno de vosotros. Que seáis fortalecidos en vuestro camino de fe y que el mensaje de esta homilía resuene en vuestros corazones. Que te inspires para vivir según los principios de las Escrituras, buscando el rostro de Dios en todas las cosas.

Que el Señor esté con vosotros en todo momento y que su presencia sea una luz que guíe vuestros pasos. Que encuentres paz en medio de las tormentas de la vida y esperanza en medio de la incertidumbre. Y que nos reunamos nuevamente, fortalecidos en nuestra fe y listos para compartir el amor de Dios con el mundo.

Que así sea.

Amén.