Evangelio de hoy – Lunes 22 de abril de 2024 – Juan 10:1-10 – Biblia católica

Primera Lectura (Hechos 11:1-18)

Lectura de los Hechos de los Apóstoles.

En aquellos días, los apóstoles y hermanos que vivían en Judea sabían que los paganos también habían recibido la Palabra de Dios. Cuando Pedro subió a Jerusalén, los fieles de origen judío comenzaron a discutir con él, diciendo: “¡Entraste en casa de los paganos y comiste con ellos!” Entonces Pedro comenzó a contarles, punto por punto, lo que había sucedido: “Yo estaba en la ciudad de Jope, y mientras oraba, entré en éxtasis y vi esta visión: Vi algo como una toalla grande que, sostenida por el cuatro puntos, descendió del cielo y me alcanzó. Miré con atención y vi dentro de él cuadrúpedos de la tierra, animales salvajes, reptiles y aves del cielo. Entonces oí una voz que me decía: “Levántate, Pedro, mata y come”. Yo respondí: ‘¡Para nada, Señor! Porque jamás entró en mi boca nada profano ni inmundo. La voz me dijo por segunda vez: “No llames inmundo lo que Dios ha purificado”. Esto se repitió tres veces. Luego la cosa volvió a elevarse hacia el cielo. En ese momento tres hombres se presentaron en la casa donde estábamos. Habían sido enviados desde Cesarea a buscarme. El Espíritu me dijo que fuera con ellos sin dudarlo. Me acompañaron los seis hermanos que están aquí y entramos en la casa de aquel hombre. Luego nos dijo que había visto un ángel presentarse en su casa y decir: ‘Envía alguien a Jope y llama a Simón, llamado Pedro. Él te informará de acontecimientos que te traerán salvación a ti y a toda tu familia”. Tan pronto como comencé a hablar, el Espíritu Santo descendió sobre ellos, así como vino sobre nosotros al principio. Entonces recordé lo que el Señor había dicho: ‘Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo’. Dios les dio el mismo regalo que nos dio a nosotros los que creemos en el Señor Jesucristo. ¿Quién sería yo para oponerme a la acción de Dios?” Al oír esto, los fieles de origen judío se calmaron y glorificaron a Dios, diciendo: “¡Dios concedió también a los paganos la conversión que lleva a la vida!”.

Palabra del Señor.

Gracias a Dios.

Evangelio (Juan 10,1-10)

Proclamación del Evangelio de Jesucristo según San Juan.

Gloria a ti Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo, el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, es ladrón y salteador. Quien entra por la puerta es el pastor de las ovejas. A esto abre el portero, y las ovejas oyen su voz; llama a las ovejas por su nombre y las saca. Y después de sacar todas las suyas, camina delante de él, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero al extraño no siguen, sino que huyen de él, porque no conocen la voz de los extraños”. Jesús les contó esta parábola, pero ellos no entendieron lo que quería decir. Entonces Jesús continuó: “De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que vinieron antes de mí son ladrones y salteadores, pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta. El que por mí entra, será salvo; entrará y saldrá y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, matar y destruir. Yo vine para que tengan vida y la tengan en abundancia”.

Palabra de salvación.

Gloria a ti Señor.

Reflejando la Palabra de Dios

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Hoy me gustaría iniciar nuestra reflexión con una pregunta: ¿alguna vez te has sentido perdido en medio de un denso bosque, sin saber qué camino tomar? ¿O quizás ya te has enfrentado a la sensación de estar atrapado en un laberinto, sin encontrar la salida? Estas experiencias pueden ser aterradoras y dejarnos desorientados, sin saber adónde ir.

Sin embargo, los pasajes bíblicos que acabamos de escuchar nos ofrecen una brújula confiable, una luz que ilumina nuestro camino y nos guía hacia la verdadera vida. En la Primera Lectura, tomada de los Hechos de los Apóstoles, somos testigos de un momento crucial en la vida de la Iglesia primitiva. Pedro, el valiente apóstol, enfrenta la resistencia y las dudas de los otros discípulos mientras relata su experiencia con los gentiles. Les cuenta cómo el Espíritu Santo vino sobre los no judíos, demostrando claramente que la salvación no está restringida a un pueblo o nación específica. Esta revelación revolucionaria abrió las puertas de la fe a todas las personas, sin distinción.

Este mensaje de inclusión y amor incondicional resuena hasta el día de hoy. Ella nos recuerda que no hay barreras ni límites para la gracia de Dios. Él llama a todos, independientemente de su origen, estatus social o historia de vida. Esta es una verdad profundamente liberadora para nosotros, que a menudo nos sentimos excluidos, no deseados o perdidos. Dios nos invita a entrar en su redil, a encontrar refugio y seguridad en su amor misericordioso.

Y es precisamente de este amor y cuidado divinos de lo que Jesús nos habla en el Evangelio de Juan. Se presenta como el Buen Pastor, el que conoce a sus ovejas por su nombre y las conduce a verdes pastos. Pero, al mismo tiempo, advierte sobre los peligros de voces extrañas que intentan desviarnos del verdadero camino. Estas voces pueden tomar muchas formas: las tentaciones del mundo, las falsas enseñanzas o incluso nuestras propias dudas y temores.

Estamos llamados a discernir la voz del Buen Pastor, a familiarizarnos con ella a través de la oración, el estudio de la Palabra de Dios y la comunión con la comunidad de fe. Es en esta relación profunda con Jesús donde encontramos la verdadera seguridad, el verdadero gozo y el verdadero propósito que tanto buscamos. Él es la puerta que nos conduce a la plenitud de la vida, a la vida en abundancia.

Estos pasajes bíblicos contienen un mensaje transformador para nuestras vidas. Nos enseñan que no importa cuán perdidos o desorientados nos sintamos, Dios siempre está con nosotros, guiándonos con amor y compasión. Pero, ¿cómo podemos aplicar estas verdades a nuestra vida diaria? ¿Cómo podemos hacer que el mensaje del Buen Pastor resuene en nuestra vida diaria?

Permítanme compartir con ustedes algunas historias y reflexiones que ilustran estos principios y nos ayudan a comprender su aplicación práctica.

Imagínese nuevamente en el denso bosque, pero esta vez acompañado por un guía experimentado. Esta guía conoce cada sendero, cada atajo y cada peligro en el camino. Él está a tu lado, guiándote, protegiéndote y señalándote en la dirección correcta. Esta guía representa a Jesús, el Buen Pastor, que nos acompaña en nuestro camino terrenal. Él conoce nuestras luchas, nuestros miedos y nuestras debilidades, pero nunca nos abandona. Él siempre está a nuestro lado, guiándonos con sabiduría y amor.

Piense también en un padre amoroso que construye una cerca alrededor de su casa para proteger a sus hijos pequeños. Esta valla representa los mandamientos y enseñanzas de Dios que nos protegen del mal y nos llevan a la vida verdadera. A veces podemos ver estos mandamientos como restricciones o limitaciones, pero en realidad nos liberan de las consecuencias de nuestras decisiones dañinas. Nos mantienen en el camino de la verdad y nos permiten experimentar la plenitud de vida que Dios desea para nosotros.

Además, pensemos en un pastor que cuida de su rebaño con dedicación y amor. Él conoce a cada oveja individualmente, sus necesidades, sus debilidades y sus fortalezas. Los guía a verdes pastos, donde encuentran comida y descanso. Esta imagen nos recuerda el cuidado personal e íntimo que Dios tiene por cada uno de nosotros. Él nos conoce profundamente y nos llama por nuestro nombre. Él nos acompaña en nuestras alegrías y tristezas, en nuestras victorias y derrotas. Nos lleva a lugares de paz y descanso, donde encontramos alimento y renovación espiritual.

Queridos hermanos y hermanas, ¿cómo podemos entonces aplicar esos principios en nuestra vida diaria?

Primero, es importante desarrollar una relación íntima con Jesús, el Buen Pastor. Esto significa dedicar tiempo regularmente a la oración, leer la Palabra de Dios y participar en la vida de la comunidad de fe. Es en esta relación que comenzamos a discernir la voz del Pastor y a seguir Sus pasos. Es en esta relación donde encontramos la fuerza y ​​el aliento necesarios para afrontar las dificultades de la vida.

En segundo lugar, debemos escuchar atentamente la voz del Buen Pastor y rechazar las voces extrañas que intentan desviarnos del camino. A veces estas voces pueden ser sutiles y engañosas, pareciendo atractivas y persuasivas. Sin embargo, si no se alinean con las verdades reveladas en las Escrituras y la tradición de la Iglesia, debemos tener cuidado. La Palabra de Dios y la sabiduría de la comunidad de fe son nuestras guías seguras en medio de las incertidumbres y tentaciones del mundo.

En tercer lugar, debemos vivir según los mandamientos y enseñanzas de Dios. No son meras reglas arbitrarias, sino más bien un camino hacia la verdadera libertad y plenitud. Al vivir en obediencia a estos mandamientos, experimentamos la paz de conciencia, la armonía en las relaciones y el gozo profundo que solo Dios puede dar.

Finalmente, debemos estar atentos a las necesidades de nuestro prójimo y ser instrumentos del amor y la compasión de Dios en el mundo. Así como Jesús, el Buen Pastor, cuida de cada oveja, nosotros también estamos llamados a cuidar unos de otros. Podemos ser esa voz de aliento, ese hombro amigo, esa mano tendida a quienes nos rodean. Podemos compartir el amor y la esperanza que recibimos de Dios, haciendo tangible su presencia en las vidas de quienes nos rodean.

Queridos hermanos y hermanas, al concluir esta homilía, los invito a cada uno de ustedes a reflexionar sobre los pasajes bíblicos que hemos escuchado hoy. Piensa en cómo resuena el mensaje del Buen Pastor en tu vida personal. ¿Dónde te sientes perdido o desorientado? ¿Dónde necesitas escuchar y seguir la voz del Pastor?

Que abramos nuestro corazón a la acción del Espíritu Santo, permitiéndole guiarnos, transformarnos y capacitarnos para vivir de acuerdo con las enseñanzas de las Escrituras. Que seamos testigos vivos del amor y la gracia divinos en nuestro mundo, compartiendo la esperanza que encontramos en Cristo.

Que el Buen Pastor, que dio su vida por las ovejas, nos bendiga y nos guíe en todos nuestros caminos. Que Él nos mantenga en Su amor y nos conduzca a la vida abundante que ha prometido.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Que dios los bendiga a todos.