Evangelio de hoy – Sábado, 15 de junio de 2024 – Mateo 5,33-37 – Biblia Católica

Primera Lectura (1 Reyes 19,19-21)

Lectura del Primer Libro de los Reyes.

En aquellos días, el profeta Elías salió de allí y encontró a Eliseo, hijo de Safat, arando la tierra con doce yuntas de bueyes; y él mismo condujo el último. Elías, al pasar junto a Eliseo, echó sobre él su manto. Entonces Eliseo dejó los bueyes y corrió detrás de Elías, diciendo: “Déjame ir primero a besar a mi padre y a mi madre, y luego te seguiré”. Elías respondió: “¡Vayan y vengan! ¿Qué les he hecho?” Él se retiró, tomó la yunta de los bueyes y los degolló. Con la leña del arado y el yugo asó la carne y se la dio de comer a su pueblo. Luego se levantó, siguió a Elías y se puso a su servicio.

– Palabra del Señor.

– Gracias a Dios.

Evangelio (Mateo 5,33-37)

— Proclamación del Evangelio de Jesucristo según San Mateo.

— Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: ‘No juraréis en falso’, sino ‘cumpliréis los juramentos hechos al Señor’. Pero yo os digo: No jures en absoluto: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el soporte sobre el que se apoyan sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del Gran Rey. tan poco por tu cabeza, porque no puedes volverte blanco o negro ni un solo cabello. Que tu ‘sí’ sea: ‘Sí’, y tu ‘no’: ‘No’.

— Palabra de Salvación.

— Gloria a ti, Señor.

Reflejando la Palabra de Dios

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Hoy, las lecturas nos invitan a reflexionar profundamente sobre nuestro compromiso con Dios y nuestra integridad ante los demás. Los pasajes de 1 Reyes y el Evangelio de Mateo nos presentan valiosas lecciones sobre el llamado de Dios en nuestras vidas y la importancia de la verdad y la honestidad.

Comencemos leyendo el Primer Libro de los Reyes. Aquí encontramos la historia del llamado de Eliseo. “Al salir de allí, Elías encontró a Eliseo, hijo de Safat, arando delante de él con doce yuntas de bueyes. Elías fue hacia él y echó sobre él su manto”. Esta escena es rica en simbolismo y nos ofrece una visión profunda de lo que significa ser llamado por Dios.

Eliseo estaba trabajando duro en el campo, una imagen poderosa de alguien comprometido con sus responsabilidades diarias. Sin embargo, cuando Elías lo encuentra y arroja su manto sobre él, simboliza la transferencia de su rol profético. El manto representa el llamado de Dios y la nueva misión que debe abrazar Eliseo.

La respuesta de Eliseo es inmediata y decisiva. Deja los bueyes y corre tras Elías, pidiendo sólo despedirse de sus padres. Elías se lo permite, y Eliseo, en un gesto de total compromiso, sacrifica los bueyes y quema el arado para cocinar la carne, compartiéndola con el pueblo. Este acto simboliza su total renuncia a su antigua forma de vida y su total compromiso con el llamado de Dios.

Esta historia nos desafía a reflexionar sobre cómo respondemos al llamado de Dios en nuestras propias vidas. ¿Somos capaces de dejar atrás nuestras preocupaciones y comodidades para seguir la voluntad de Dios? Eliseo nos muestra que el verdadero llamado de Dios requiere una respuesta radical y completa, un abandono de todo lo que nos impide seguir plenamente su voluntad.

Ahora, vayamos al Evangelio de Mateo, donde Jesús nos enseña sobre la importancia de la integridad y la verdad. Él dice: “Habéis oído que fue dicho a los antiguos: ‘No jurarás en falso, sino que cumplirás tus juramentos al Señor.’ ‘sí’ sea ‘sí’; y tu ‘no’, ‘no’. Todo lo demás viene del maligno”.

Jesús nos está llamando a una vida de honestidad e integridad, donde nuestras palabras reflejen verdaderamente nuestras intenciones y acciones. En la sociedad contemporánea, a menudo nos sentimos tentados a embellecer nuestras palabras, hacer promesas grandiosas o exagerar para impresionar a los demás. Sin embargo, Jesús nos recuerda que la verdadera fidelidad a Dios y a los demás se manifiesta en nuestra capacidad de ser directos y honestos.

Imaginemos a un constructor que promete construir una casa con materiales de alta calidad, pero utiliza en secreto materiales de baja calidad para ahorrar dinero. La casa puede verse hermosa por fuera, pero con el tiempo, sus defectos internos se harán evidentes. Asimismo, nuestras palabras y acciones deben ser coherentes y genuinas. Si prometemos algo, debemos cumplirlo. Si afirmamos seguir a Cristo, nuestras vidas deben reflejar esta verdad en todas nuestras interacciones.

La integridad es la base de todas las relaciones sanas y de una sociedad justa. Cuando nuestras palabras son verdaderas y dignas de confianza, construimos un ambiente de confianza y respeto. Sin embargo, cuando hablamos con doble sentido o hacemos promesas vacías, socavamos estos cimientos y creamos un ambiente de desconfianza y falta de respeto.

Consideremos la vida de un agricultor que cuida sus cultivos con dedicación y honestidad. Prepara la tierra, planta las semillas y cuida las plantas con paciencia y trabajo duro. Él sabe que la cosecha reflejará su esfuerzo e integridad. Así también, nuestras vidas deben cultivarse con verdad y honestidad, para que podamos cosechar los frutos de la confianza y la justicia.

Ahora, pensemos en aplicar estas lecciones a nuestra vida diaria. Primero, tenemos el desafío de responder al llamado de Dios con total compromiso, tal como lo hizo Eliseo. Esto puede significar dejar atrás ciertas prácticas o comportamientos que no están alineados con la voluntad de Dios. Puede significar abrazar nuevas misiones o vocaciones que Dios nos llama a seguir.

Segundo, estamos llamados a vivir con integridad y verdad. Nuestras palabras deben ser dignas de confianza y nuestras acciones deben reflejar nuestras promesas. Esto comienza en nuestras pequeñas interacciones diarias: ser honestos con nuestros amigos, familiares y colegas, cumplir nuestras promesas y vivir según los valores de Cristo.

Que nosotros, como comunidad de fe, nos animemos unos a otros a vivir estas verdades. Que seamos ejemplos de compromiso e integridad, iluminando el camino para los demás a través de nuestras palabras y acciones.

Tengamos ahora un momento de silencio, pidiéndole a Dios que nos revele dónde necesitamos crecer en nuestro compromiso con Él y en nuestra integridad. Que el Espíritu Santo nos guíe a ser verdaderos seguidores de Cristo, comprometidos con Su voluntad y honestos en todas nuestras interacciones.

Señor, te damos gracias por las lecciones de hoy. Ayúdanos a responder a Tu llamado con total compromiso y a vivir con integridad y verdad. Que seamos luces en el mundo, reflejando Tu amor y verdad en cada acción y palabra. Amén.

Mis hermanos y hermanas, al salir hoy de aquí, llevemos con nosotros la determinación de vivir como verdaderos seguidores de Cristo. Que la gracia de Dios nos acompañe y fortalezca para ser ejemplos de compromiso e integridad en todos los ámbitos de nuestra vida. Recuerde, estamos llamados a vivir la verdad y responder al llamado de Dios con todo nuestro corazón. Que nosotros, con la ayuda de Dios, vivamos estas verdades todos los días. Amén.