Evangelio de hoy – Lunes 10 de junio de 2024 – Marcos 3,20-36 – Biblia Católica

Primera Lectura (1 Reyes 17,1-6)

Lectura del Primer Libro de los Reyes.

En aquellos días, el profeta Elías, tisbita de Tesbi de Galaad, dijo a Acab: “Vive el Señor, Dios de Israel, a quien sirvo, que no habrá rocío ni lluvia en estos años, a menos que yo lo diga”. !” Y la palabra del Señor fue dirigida a Elías en estos términos: “Apártate de aquí y toma dirección al oriente. Ve y escóndete junto al torrente de Charit, que está frente al Jordán. Allí beberás del torrente. Y ordené a los cuervos que os dieran de comer.” Elías fue e hizo como el Señor le había mandado, y se fue a vivir junto al arroyo de Charit, que está frente al Jordán. Los cuervos le trajeron pan y carne, tanto por la mañana como por la tarde, y él bebió del arroyo.

– Palabra del Señor.

– Gracias a Dios.

Evangelio (Mateo 5,1-12)

— PROCLAMACIÓN del Evangelio de Jesucristo según San Mateo.

— Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, cuando Jesús vio la multitud, subió al monte y se sentó. Los discípulos se acercaron y Jesús comenzó a enseñarles: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los afligidos, porque serán consolados. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán a los bienaventurados”. los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados, bienaventurados los que promueven la paz, porque verán a Dios llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que son perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de. Cielo. Bienaventurados seréis cuando por vuestra causa os vilipendien y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros falsamente, alegraos y alegraos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, como persiguieron a los profetas que vinieron antes. tú.”

— Palabra de Salvación.

— Gloria a ti, Señor.

Reflejando la Palabra de Dios

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Hoy recibimos dos lecturas profundamente inspiradoras que nos invitan a reflexionar sobre la confianza en Dios y la verdadera bienaventuranza. La primera lectura, de 1 Reyes 17,1-6, nos presenta la historia del profeta Elías y su total dependencia de la divina providencia. En el Evangelio de Mateo 5:1-12 encontramos las Bienaventuranzas, uno de los pasajes más conocidos y transformadores de las Escrituras, donde Jesús nos revela el camino hacia la verdadera felicidad y plenitud.

Comencemos con la historia de Elías. Elías aparece en un momento de gran apostasía e idolatría en Israel, cuando el rey Acab y su esposa Jezabel dirigían al pueblo en la adoración de Baal. En un acto de valentía y obediencia, Elías anuncia una sequía como juicio de Dios sobre la tierra. La sequía representó no sólo una crisis física, sino una crisis espiritual, un llamado al arrepentimiento y al regreso al Dios verdadero.

Después de su anuncio, Elías recibe instrucciones del Señor de esconderse junto al arroyo de Querit, donde sería sostenido por cuervos que le llevarían pan y carne, y podría beber el agua del arroyo. Aquí vemos un cuadro poderoso de confianza y provisión divinas. Elías obedece sin cuestionar, confía en la palabra de Dios y experimenta el cuidado providencial del Señor en medio de la adversidad.

Imagínense la situación de Elías. Estaba solo, escondido, confiando en una promesa que desafiaba la lógica humana. Los cuervos, que normalmente son aves que se alimentan de carroña, se han transformado en mensajeros de sustento. Esta historia nos enseña sobre la fidelidad de Dios y la importancia de confiar en Él incluso cuando las circunstancias parecen imposibles.

La confianza de Elías en Dios se puede comparar con la de un niño que confía plenamente en sus padres, sabiendo que será cuidado y protegido. Elías nos muestra que cuando ponemos nuestra confianza en Dios, Él no nos abandona. Incluso en las situaciones más difíciles, Dios proporciona lo que necesitamos.

Ahora, vayamos al Evangelio de Mateo, donde Jesús nos presenta las Bienaventuranzas. Este sermón, pronunciado en el monte, es uno de los momentos más emblemáticos del ministerio de Jesús. Las Bienaventuranzas nos ofrecen un retrato del Reino de Dios, desafiando las normas y expectativas del mundo.

“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.” Esta primera bienaventuranza nos llama a la humildad y al reconocimiento de nuestra dependencia de Dios. Ser pobre de espíritu significa reconocer nuestra necesidad de Dios, nuestra incapacidad de encontrar la verdadera felicidad y realización fuera de Él.

“Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados”. Jesús nos recuerda que el sufrimiento y la tristeza no son el final. Promete consuelo y curación a los afligidos, mostrando que en medio de las lágrimas, Dios está presente, ofreciendo consuelo y esperanza.

“Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra”. La mansedumbre, a menudo vista como debilidad, es exaltada por Jesús como una virtud poderosa. Ser manso es ser humilde y gentil, confiando en la justicia y la providencia de Dios en lugar de recurrir a la violencia o la fuerza.

“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados”. Esta bienaventuranza nos desafía a buscar la justicia de Dios con la misma intensidad con la que buscamos el alimento y el agua. Es un llamado a actuar con rectitud y trabajar por un mundo más justo y compasivo.

“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”. La misericordia es el corazón del Evangelio. Estamos llamados a perdonar y mostrar compasión, así como Dios ha sido misericordioso con nosotros.

“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”. La pureza de corazón implica sinceridad e integridad. Es vivir una vida que busca la santidad y rechaza la hipocresía.

“Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios”. En un mundo marcado por conflictos y divisiones, Jesús nos llama a ser agentes de paz, promoviendo la reconciliación y la armonía.

“Bienaventurados los que sufren persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Esta última bienaventuranza nos recuerda que seguir a Jesús puede traer persecución y sufrimiento, pero nos asegura que nuestra recompensa está en el cielo.

Las Bienaventuranzas desafían la lógica del mundo. Nos invitan a un estilo de vida que valora la humildad, la compasión, la justicia y la paz. Nos llaman a depositar nuestra confianza en Dios y buscar Su voluntad en todos los ámbitos de nuestra vida.

Así como Elías confió en la provisión de Dios en tiempos de sequía, nosotros estamos llamados a confiar en Dios en todas las circunstancias. Podemos enfrentar dificultades, persecuciones y desafíos, pero las Bienaventuranzas nos aseguran que Dios está con nosotros y que bendice a quienes siguen Su camino.

Mis hermanos y hermanas, reflexionemos sobre cómo estas lecturas se aplican a nuestras vidas. ¿Cómo podemos cultivar una confianza más profunda en Dios? ¿Cómo podemos vivir las Bienaventuranzas en nuestra vida diaria? Tal vez sea ayudar a los necesitados, mostrar compasión a los que sufren, buscar justicia en nuestras comunidades o promover la paz en nuestras relaciones.

Tomémonos un momento para reflexionar en silencio. Pidamos a Dios la gracia de vivir de acuerdo con Sus enseñanzas, confiando plenamente en Su providencia y buscando las bienaventuranzas como nuestra guía.

Señor, te damos gracias por Tu palabra de hoy. Ayúdanos a confiar en Ti como lo hizo Elías y a vivir las bienaventuranzas como nos enseñó Jesús. Danos el valor para seguir Tu camino, incluso cuando sea difícil, y la sabiduría para buscar Tu Reino en todo lo que hagamos. Que seamos luz en un mundo necesitado de esperanza y amor. Amén.

Al salir hoy de aquí, llevemos con nosotros el mensaje de confianza y bienaventuranza. Que vivamos de una manera que refleje el amor y la justicia de Dios, dando testimonio de su gracia y misericordia en todas nuestras acciones. Que la paz de Cristo esté siempre con vosotros. Amén.