Deuteronomio es uno de los libros del Antiguo Testamento que trae importantes enseñanzas sobre la gratitud a Dios. El capítulo 8, versículos 10 al 18, habla de la importancia de reconocer que todo lo que tenemos viene de Dios y estar agradecidos por ello.
Según el versículo 10, cuando el pueblo de Israel entrara en la tierra prometida y disfrutara de sus muchos beneficios, debía recordar que todo lo que tenía procedía de Dios y agradecerle por ello: “Cuando hayas comido y te hayas saciado, alaba al Señor tu Dios por la buena tierra que os ha dado”.
Dios quiere que seamos agradecidos no solo por lo que tenemos sino también por lo que Él hace por nosotros. El versículo 14 dice: “Entonces se enorgullecerá tu corazón, y te olvidarás de Jehová tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre”. Este versículo nos advierte del peligro de olvidar a Dios cuando las cosas van bien. En cambio, siempre debemos recordar que todo lo que tenemos proviene de Dios y estar agradecidos con Él.
El versículo 17 nos advierte de la arrogancia que puede surgir de la falta de gratitud: “No digas en tu corazón: Mi fuerza y la fuerza de mi brazo me han dado estas riquezas”. Esto nos recuerda que no debemos enorgullecernos de nuestros logros, sino reconocer que todo lo que tenemos proviene de Dios.
Finalmente, el versículo 18 nos recuerda que es Dios quien nos da la capacidad de hacer riquezas: “Pero os acordaréis del Señor vuestro Dios, porque él os da fuerzas para hacer riquezas”. Por lo tanto, debemos agradecer a Dios no solo por lo que tenemos, sino también por el hecho de que tenemos la capacidad de trabajar y lograr cosas.
En resumen, Deuteronomio nos enseña que debemos estar agradecidos con Dios por todo lo que tenemos y por todo lo que hace por nosotros. Siempre debemos recordar que todo viene de Dios y ser humildes y agradecidos por ello.
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