Evangelio de hoy – Lunes 6 de mayo de 2024 – Juan 15,26b.27a – Biblia católica

Primera Lectura (Hechos 16,11-15)

Lectura de los Hechos de los Apóstoles:

Nos embarcamos en Troas y navegamos directamente a la isla de Samotracia. Al día siguiente fondeamos en Neápolis, de donde pasamos a Filipos, que es una de las principales ciudades de Macedonia y que tiene derechos de colonia romana. Pasamos unos días en esta ciudad. El sábado salimos más allá de la puerta de la ciudad a un lugar junto al río, donde pensamos que había oración. Sentándonos, comenzamos a hablar con las mujeres que estaban allí reunidas. Una de ellas se llamaba Lídia; Era un comerciante de púrpura de la ciudad de Tiatira. Lídia creía en Dios y escuchaba con atención. El Señor abrió su corazón para aceptar las palabras de Pablo. Después de ser bautizada, como toda su familia, nos invitó: “Si me consideráis fiel del Señor, quedaos en mi casa”. Y nos obligó a aceptarlo.

– Palabra del Señor.

– Gracias a Dios.

Evangelio (Juan 15,26b.27a)

— Proclamación del Evangelio de Jesucristo según San Juan.

— Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Defensor, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de Verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí. Y vosotros también daréis testimonio de mí. , porque habéis estado conmigo desde el principio de los tiempos, ni a mí os digo esto, para que recordéis que lo dije cuando llegue el momento.

— Palabra de Salvación.

— Gloria a ti, Señor.

Reflejando la Palabra de Dios

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Hoy quiero compartir con ustedes un mensaje que se conecta directamente con nuestras experiencias diarias, un mensaje que nos desafía a reflexionar sobre el poder transformador de la Palabra de Dios en nuestras vidas.

Imagínese caminando por un camino polvoriento, bajo un sol abrasador. Tus pies cansados se arrastran y tienes sed de algo más significativo en la vida. Puede que tengas éxito en tu carrera, tengas una familia amorosa e incluso disfrutes de comodidades materiales, pero hay un vacío en tu corazón que no puede ser llenado por nada en este mundo. Deseas algo más profundo, una verdad que trascienda las circunstancias externas y dé sentido a todo.

Es en este momento de búsqueda interior que te topas con un inspirador pasaje bíblico de los Hechos de los Apóstoles. Leemos acerca de una mujer llamada Lidia, una comerciante de púrpura en Filipos. Era una mujer exitosa, involucrada en negocios prósperos, pero su corazón anhelaba más. Lydia simboliza a aquellos de nosotros que, a pesar de todos nuestros logros y éxitos, todavía sentimos un vacío en el alma, una sed que sólo puede ser saciada por algo divino.

Al conocer al apóstol Pablo y sus compañeros, Lídia tuvo un encuentro transformador. Escuchó la predicación del Evangelio y su corazón se abrió a la gracia y la verdad de Jesucristo. Lydia se dio cuenta de que su búsqueda de significado y propósito sólo podría satisfacerse mediante un encuentro personal con el Hijo de Dios.

¿Cuántos de nosotros también queremos esta experiencia transformadora? ¿Cuánta hambre hay en nuestro corazón por algo que vaya más allá de las superficialidades del mundo? La historia de Lídia nos enseña que la verdadera riqueza y el gozo están en Jesús. Él es la respuesta a los anhelos más profundos de nuestra alma.

Pero ¿cómo podemos encontrar esta respuesta? ¿Cómo podemos abrirnos a la presencia de Jesús en nuestra vida diaria? El Evangelio de Juan nos da una respuesta poderosa. Jesús habla del Espíritu de la Verdad, que vendrá en Su nombre y testificará sobre Él. Este Espíritu es nuestro guía constante, nuestro defensor y nuestro vínculo con lo Divino.

Imagínese navegando en un vasto océano, con olas turbulentas y tormentas amenazantes. Estás solo en tu barco, luchando contra las adversidades de la vida. Pero entonces, se te da una brújula celestial, una brújula que apunta directamente a Jesús. Esa brújula es el Espíritu Santo, que vive dentro de ti y da testimonio de Jesús. Él está ahí para guiarte a través de las tormentas de la vida, fortalecerte cuando te sientas débil e inspirarte a compartir el amor y la verdad de Jesús con el mundo que te rodea.

Amados míos, estos pasajes bíblicos nos llaman a una acción transformadora. Nos invitan a abrir nuestro corazón al Espíritu Santo, permitiéndole obrar dentro de nosotros y transformarnos de adentro hacia afuera. Como Lidia, debemos estar dispuestos a abrir nuestras vidas a la acción divina.

Imagínese una flor que florece bajo la suave luz del sol. Poco a poco se abre, revelando su belleza interior al mundo. Asimismo, necesitamos abrirnos a la luz del Espíritu Santo, permitiéndole transformarnos en seres radiantes, reflejando el amor y la gracia de Jesús.

Pero esta transformación no ocurre instantáneamente. Así como una flor necesita tiempo, agua y nutrientes para crecer, nosotros también necesitamos nutrir nuestra fe. Debemos buscar una relación profunda y personal con Jesucristo. Esto implica oración constante, lectura de la Palabra de Dios y participación en los sacramentos de la Iglesia.

Imagínate construyendo una casa. Se comienza con una base sólida, colocando ladrillo a ladrillo hasta completar la estructura. Asimismo, nuestra fe necesita tener una base sólida. La Palabra de Dios es el fundamento sobre el cual construimos nuestra vida espiritual. Por lo tanto, debemos leer las Escrituras diariamente, meditar en ellas y permitir que moldeen nuestros pensamientos, palabras y acciones.

Además, así como una casa necesita mantenimiento regular para permanecer fuerte y estable, nuestra fe también requiere cuidado continuo. Necesitamos estar en comunión con otros cristianos, compartir nuestras experiencias de fe, animarnos unos a otros y aprender juntos. La vida cristiana no es un camino solitario, sino un camino de comunidad y de amor mutuo.

Queridos hermanos y hermanas, el mensaje de estos pasajes bíblicos es claro: debemos buscar la presencia de Jesús en nuestras vidas, abrir nuestro corazón al Espíritu Santo y alimentar nuestra fe a través de la oración, la lectura de la Palabra y la participación de los sacramentos.

Hoy quiero desafiarte a reflexionar sobre cómo se aplican estos principios a tu vida diaria. ¿Dónde buscas significado y propósito? ¿Estás dispuesto a abrir tu corazón a la acción transformadora de Dios? ¿Estás alimentando tu fe diariamente?

Recuerde que la vida cristiana no se trata sólo de conocimiento intelectual, sino de una transformación real y tangible. Se trata de permitir que el amor de Dios impregne cada área de nuestras vidas y nos capacite para vivir de acuerdo con Su voluntad.

Para concluir, quiero compartir con vosotros una última imagen. Imagínese una vela encendida en una habitación oscura. A medida que la vela arde, su llama se extiende iluminando cada rincón de la habitación. Al igual que esta vela, estamos llamados a ser luz en el mundo, a difundir el amor y la verdad de Jesús en nuestra vida cotidiana.

Que la gracia de Dios nos permita vivir como verdaderos testigos de su amor. Que el Espíritu Santo nos guíe y fortalezca en nuestro camino de fe. Y que las verdades contenidas en estos pasajes bíblicos cobren vida en nuestros corazones, transformándonos en fieles discípulos de Jesucristo.

Que el amor de Dios esté con nosotros, ahora y siempre. Amén.